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Opinión | Observatorio

Hach Ahmed Baricalla

La Tercera Vía Saharaui: apuesta por la solución posible

Sáhara ahora o nunca

Sáhara ahora o nunca

El conflicto del Sáhara Occidental vuelve a ocupar la agenda internacional en vísperas de la próxima reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, a finales de octubre, en la que se decidirá la renovación del mandato de la MINURSO y de la misión del enviado personal del Secretario General, Staffan De Mistura. Desplegada desde hace más de tres décadas, la operación de paz de la ONU en la excolonia española es la más larga en África y la que menos resultados ha obtenido. La comunidad internacional ya empieza a mostrar síntomas claros de agotamiento ante un status quo dominado por la parálisis. El Gobierno de Estados Unidos ha decidido replantear la misión e introducir plazos, impulsando un proyecto de resolución orientado a priorizar la propuesta autonómica presentada por Marruecos en 2007.

Durante más de medio siglo, el conflicto saharaui ha estado marcado por posturas irreconciliables y una inercia persistente. En medio de la rivalidad entre Argelia y Marruecos por la hegemonía regional, generaciones de saharauis siguen atrapadas desde 1975 entre el exilio y la falta de horizontes. En este contexto de bloqueo ha surgido una nueva voz: el Movimiento Saharauis por la Paz (MSP). Fundado en abril de 2020 por saharauis comprometidos con una solución realista y duradera, el MSP apuesta por el diálogo y la coexistencia. Su intervención ante la Cuarta Comisión de la ONU, el pasado 9 de octubre, no fue un gesto simbólico, sino la expresión de una voluntad clara: representar a una parte del pueblo saharaui marchitada por el exilio, el cansancio y la frustración.

Desde la tribuna de Naciones Unidas, el mensaje fue inequívoco: «No somos la voz del Polisario, ni de Argelia, ni tampoco de Marruecos. Somos la voz de los ancianos que sueñan en silencio con regresar antes de morir, de los jóvenes que se niegan a heredar el exilio interminable y de las madres que desean criar a sus hijos bajo un cielo de paz y libertad, y no bajo la sombra de un fusil».

Con esta afirmación, el MSP no busca desafiar a nadie, sino reivindicar, desde la pluralidad política saharaui, una nueva vía para salir del túnel. Es tan lógico como legítimo que, tras medio siglo de monopolio discursivo bajo un sistema de partido único congelado en el tiempo, surjan nuevas voces dispuestas a explorar caminos distintos. Muchos saharauis, dentro y fuera del territorio, comparten hoy un mismo sentimiento: el hartazgo ante la guerra y la frustración de ver cómo se esfuman los sacrificios, los sueños y la vida sin que nada cambie realmente.

El desgaste de la guerra

Tras cinco décadas de confrontación, el desgaste de una guerra ya sin sentido es evidente. La decisión del Polisario de retomar las hostilidades en noviembre de 2020 ha costado la vida de cientos de jóvenes sin alterar la realidad sobre el terreno ni modificar la correlación de fuerzas o mejorar su posición negociadora. Es más, el viejo movimiento armado se ha instalado, desde entonces, en una situación de capitulación no declarada. La guerra asimétrica emprendida contra Marruecos solo ha prolongado el sufrimiento y alimentado un sentimiento de derrota moral entre las nuevas generaciones.

La historia enseña que los conflictos prolongados difícilmente encuentran una salida duradera por la vía militar, incluso cuando una de las partes posee superioridad. Persistir en esa lógica solo profundiza el dolor de un pueblo que necesita, más que consignas, soluciones reales. Ninguna causa o ideal puede merecer o justificar un sacrificio interminable como el sufrido por los saharauis durante más de cincuenta años.

Una paz imperfecta

El MSP parte de una convicción simple: la paz es posible si existe voluntad política. Como recordaba Erasmo de Róterdam, «la peor paz es siempre mejor que la guerra más justa». No se trata de renunciar a los derechos del pueblo saharaui, sino de reconocer que solo el diálogo, y no la confrontación, puede abrir un horizonte de esperanza.

Ha llegado el momento de cerrar un ciclo que solo ha generado dolor y frustración y abrir otro basado en la negociación, el compromiso y el respeto mutuo. La paz exige decisiones valientes: renunciar a la victoria total en nombre del bien común superior, conjurar el trauma de la derrota y preservar la dignidad colectiva.

Estamos ante uno de esos momentos clave en la historia de un pueblo que pone a prueba la madurez, el coraje y, sobre todo, el sentido de responsabilidad política y moral de los liderazgos y su capacidad, en momentos cr íticos, para encauzar el destino de la comunidad hacia el mejor puerto posible.

Frente a las posiciones maximalistas, el MSP propone el pragmatismo. Considera que el plan de autonomía presentado por Marruecos en 2007 puede constituir un punto de partida válido para una solución política negociada. No implica una aceptación incondicional, sino la predisposición al diálogo sobre una base realista que permita avanzar hacia una fórmula de compromiso y convivencia pacífica. Así lo hemos trasladado al Enviado Personal del Secretario General de la ONU.

Este movimiento, surgido del seno de la sociedad saharaui, encarna la voz de un sector cada vez más numeroso que se moviliza para construir un futuro de esperanza y dignidad, como alternativa al luto y al llanto de los huérfanos y las viudas de una guerra larga y estéril.

Una alternativa

En conclusión: estamos ante un contexto crucial del viejo problema heredado desde la época colonial española. La comunidad internacional empieza a mostrar signos de exasperación ante una misión, la MINURSO, activa desde 1991 y con un costo anual de alrededor de 60 millones de dólares, sin lograr cumplir su cometido. Prueba de ello es el plazo de tan solo tres meses de prórroga para el mandato de MINURSO impuesto por la misión estadounidense en la próxima reunión del Consejo de Seguridad.

Sería un grave error que los saharauis no leamos correctamente la coyuntura y desaprovechemos el interés aún vigente de la ONU por lograr lo que todavía es posible: una solución digna con garantías internacionales. Frente a la debilidad manifiesta de la dirección del Polisario y su incapacidad de negociar una salida sin el estigma de la derrota, el MSP cree posible aún una fórmula sin vencidos ni vencedores convirtiendo la misión de paz de la ONU en un proceso político creíble que permita una victoria compartida para los saharauis, para Marruecos y para la estabilidad del Magreb.

El Movimiento Saharauis por la Paz no pretende reescribir la historia, sino contribuir a un desenlace basado en el entendimiento y la convivencia entre saharauis y marroquíes. Una salida honorable que permita a las futuras generaciones saharauis vivir en paz y prosperidad y construir un porvenir digno distinto al de sus antepasados.

Es tiempo de dejar atrás los eslóganes, el idealismo ingenuo y los proyectos utópicos. Hemos de aprovechar el interés aún vigente de la comunidad internacional para avanzar hacia soluciones tangibles basadas en el entendimiento y el diálogo. El futuro del Sáhara Occidental no puede seguir siendo rehén del pasado, por muy heroico o legendario que haya sido. Un acuerdo con Marruecos que conduzca a una paz con justicia y dignidad no solo está justificado, sino que es posible y, sobre todo, urgente.

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