La Provincia - Diario de Las Palmas

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La rebelión de los modestos es económica

Equipos de barrio, de provincias poco pobladas y de ciudades dormitorio son la nueva clase media de la Liga

Rubén Sobrino (Alavés) y Álex Gallar (Huesca), durante un partido de esta pretemporada. EFE

"Siempre ha habido un Club Atlético Tetuán que aparecía en Primera División. La diferencia, ahora, es que llegan y se quedan". La frase del periodista deportivo Aitor Lagunas resume el proceso silencioso de sustitución que está viviendo la industria del fútbol, un cambio en la estructura de actores en un sector que históricamente ha tenido una rotación escasa. En esta temporada 2018-19, por primera vez en 50 años, habrá ocho equipos ajenos a la elite tradicional de la Liga, ocho equipos sin relevancia en términos sociales o económicos, pero que están ocupando plazas de clubs con décadas en Primera, ubicados en el top ?? por número de participaciones. Levante, Getafe, Rayo, Eibar, Alavés, Girona, Leganés o Huesca ocuparán las plazas que la historia dice que pertenecen a Zaragoza, Sporting, Racing de Santander, Osasuna, Oviedo, Valladolid, Mallorca, Deportivo, UD Las Palmas o Málaga, expulsados del paraíso por esta rebelión de los humildes, llegados de barrios y pueblos, de provincias poco pobladas, de ciudades dormitorio de la capital.

"Primera era un coto privado de los grandes de toda la vida, Real Madrid, Barcelona y Atlético, y de las grandes ciudades, grandes núcleos de población. En ese Olimpo vivían estos clubs", resume Álex Aranzábal, doctor en Economía y autor de 'El modelo Eibar: otro fútbol es posible' (La Esfera de los Libros, 2015). Aranzábal sabe de lo que habla. Él pilotó un milagro. Con un pueblo de 30.000 habitantes, un estadio de 6.000 personas y un club que nunca aspiró más que a sobrevivir, esta SAD es un caso de éxito tras su ascenso a Primera en 2014. Recientemente la Bolsa de Londres la incluyó en un informe como una de las pymes europeas más 'inspiradoras'.

Convergencia económica

La TV iguala las fuerzas de los pequeños y los medianos. El factor histórico o demográfico ha perdido relevancia. Hoy manda la televisión, esto es, la economía. El fútbol, como sector recién regulado, se ha encaminado por un sendero donde estos clubs tradicionales, antigua clase media, se ven atrapados en una paradoja: tienen más dinero gracias a la televisión, pero la distancia con los grandes es mayor que nunca debido a sus ingresos por competiciones europeas; al mismo tiempo, la distancia con los pequeños, un abismo hace unas décadas, se ha difuminado hasta casi desaparecer. Y lo están pagando. El Athletic Club vive hoy más pendiente del Eibar que del Barcelona. El Zaragoza, que ya no sueña con la Copa del Rey sino con el ascenso, ve al Huesca como primer equipo de Aragón.

¿Qué ha pasado? El Real Decreto de 2015 de venta centralizada de los derechos de televisión marcó un punto de inflexión. Puso a disposición de los modestos un dinero al que nunca hubieran accedido debido a su escasa relevancia social. La clave, con todo, estriba en los criterios de reparto, cada vez más equitativo por la voluntad de la Liga de Fútbol Profesional de elevar la competitividad del torneo. Es la antigua clase media la que está pagando el peaje por esa democratización. En cuatro años se ha reducido el ratio entre el que más y el que menos cobra, de 6,5 veces a 3,7. El recién ascendido ha pasado de recibir unos 10 millones a casi 40. Los números hablan: en la temporada 2013-14, el presupuesto medio de los equipos de la Liga (excluyendo a Real Madrid y FC Barcelona) era un 179% superior al del equipo más pobre; la pasada temporada, esa brecha se redujo al 63%. El proceso de convergencia económica es evidente, y el reparto penaliza claramente a los históricos de la clase media.

El reparto anula la influencia económica de la masa social: pases regalados y campos de pueblo en Primera. La distribución del dinero de la televisión ha cambiado el orden de la Liga. El 50% del total se reparte a partes iguales; un 25% en función de la implantación social -ingresos por abonos, afluencia a estadios, audiencias de partido-, con lo que Madrid y Barcelona se llevan la mayoría; y el último 25% se distribuye a partir de la trayectoria histórica del equipo. Pero solo se miden los últimos cinco años, de modo que la buena marcha de un recién llegado como el Leganés vale tanto como las ocho décadas de historia en Primera del Espanyol.

Equipos campeones hace apenas 15 años como Dépor, Málaga, Zaragoza, con una ciudad, una sociedad, una clase empresarial volcadas, son incapaces de convertir sus fortalezas en euros. Con la llegada del fútbol al estadio virtual, la aportación de los socios, eso que hace pocas décadas era la principal vía de ingresos de un club, es ahora irrelevante. Tanto como que un club como el Levante UD puede permitirse el lujo de renunciar a los abonos, con una política de fidelización que pasa por regalar el pase a quienes siempre van al campo. Recauda menos de un 1% de su presupuesto.

Quico Catalán, su presidente desde 2008, es otro de los protagonistas de esta generación de 'palcos Esade', jóvenes ejecutivos formados en Económicas que han incorporado nuevos modelos de gestión. "El motivo principal del cambio, el hito fundamental que genera todo el cambio posterior, es la implantación en la LFP del control económico-financiero", sentencia Catalán.

En su opinión, el 25 de abril de 2012 arrancó la revolución que ha puesto en peligro el estatus de estos clubs históricos de grandes ciudades que, sin llegar a ser colosos, tenían su plaza reservada en Primera. La Liga, el ministerio y el Consejo Superior de Deportes firmaron el protocolo que impulsó el control financiero y el Real Decreto para centralizar la venta de derechos audiovisuales. Se acabó el endeudamiento, el crecimiento artificial. Se limita el gasto en plantilla en función de la situación económica del club.

Los excesos del pasado

Antes de esto, muchos pagaron los errores. Entre ellos clubs históricos que gastaban más de lo que podían para seguir el ritmo de los rivales. Entre 2003 y 2014, 22 equipos que habían pasado por Primera cayeron en concurso de acreedores. Para algunos fue una refundación; muchos otros se hundieron. "Los modelos de gestión van evolucionando. También son empresas. Estaban demasiado anclados en un pasado, en el papel del socio, de la gente de la ciudad, de los prohombres que llevaban el club. La incorporación de gente joven y experimentada, que entienden la cuenta de resultados y saben explotar las vías de ingresos, es fundamental", señala el profesor de Economía Financiera de la Universitat de Barcelona, José María Gay de Liébana.

"[El control financiero] hace que todos tengamos las mismas posibilidades, que se premie la buena salud económica de los clubs, el esfuerzo en la gestión, el trabajo en el día a día", celebra el presidente del Levante. "Nosotros ya nos impusimos el déficit cero en Segunda B, antes del control de la LFP. El club tenía que tener músculo financiero con la actividad ordinaria, sin cuadrar las cuentas con ventas ficción", rememora el expresidente del Eibar, hoy dedicado a la consultoría. "El endeudamiento es una bola en la que uno se engaña. El cortoplacismo es enemigo de la buena gestión. Es difícil explicar el déficit cero a determinadas aficiones pero hay que renunciar a la deuda", añade.

Gestión 'contracultural': SAD democratizadas en la era de los jeques. El reparto más equilibrado de los derechos de televisión gracias a la venta centralizada provoca otra paradoja. Como el dinero está asegurado en todos los clubs, el apetito inversor de chinos y jeques comienza a girarse desde la Premier hacia la Liga, apunta Gay de Liébana. Pero al mismo tiempo, esta nueva vía de ingresos garantizada concede a los humildes independencia económica para apostar por modelos casi contraculturales. El Levante renunció en 2016 a los millones de un magnate de la NBA. El Eibar, por su parte, rechazó ofertas externas en 2014 y montó una campaña de crowdfunding para recaudar dos millones que le exigían para seguir en el fútbol profesional, con venta de acciones a 50 euros en todo el mundo.

"Nos mantuvimos con la filosofía de que queríamos seguir siendo un equipo de pueblo con una amplia base democrática", recuerda Aranzábal: "He hablado del Eibar en China, en México... No hay que olvidar que un club también es un sentimiento". Buena gestión empresarial para exprimir las nuevas reglas del juego y nuevos relatos. Dos vías que están provocando una sustitución en la elite del fútbol español.

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