Viajes

Escocia, tierra de rebeldes y leyendas

La antigua Caledonia mantiene ese espíritu luchador de William Wallace con la oposición a la implantanción del Brexit en el Reino Unido

Escocia, tierra de rebeldes y leyendas

La antigua Caledonia. Salvaje, poética, mística, legendaria. Lord Byron le dedicó más de un soneto. La reina Victoria se quiso perder en sus tierras y la reina del pop, Madonna, se casó en uno de sus castillos. Y por si fuera poco, es la casa del James Bond, tanto del original Sean Connery como del personaje ficticio creado por Ian Fleming. Allí es posible ir de safari, cazar fantasmas y monstruos prehistóricos, buscar estrellas, lanzar troncos como deporte y, cómo no, deleitarte con el mejor whisky del mundo. Así es Escocia, a tiro de piedra de Canarias gracias a la gran afluencia de turistas británicos en el Archipiélago, y que ofrece muchas más actividades que la jovial y animada Edimburgo y la tradicional Glasgow.

Las Highlands, la región montañosa que ocupa el extremo norte, es uno de los territorios más pintorescos, espectaculares e inusualmente vírgenes de todos los que quedan en el viejo continente. Una tierra verde, acuática, desolada y misteriosa. Páramos sin fin, montañas y valles de origen glaciar de los que parece manar agua constantemente y que invita a todo visitante a patearla al son de los acordes de Princess of the Universe, A kind of magic o Gimme the prize de Queen, que se ocupó de poner ritmo al paisaje del lugar en el exitoso e imperecedero filme de los ochenta Los inmortales.

Sus encantos son extraños e inagotables: la espesura de los bosques de Cairngorms, el encanto pesquero de Ullapool, pasando por el electrizante de la Isla de Skye o el lejano archipiélago de las Orcadas.

Sin olvidar el misticismo del Lago Ness y de los innumerables castillos situados en sus más de 37 kilómetros de largo. Cada año centenares de miles de visitantes se acercan en busca de su más célebre inquilino. Sea real o no, esta criatura marina está rodeada de un halo de misterio que sigue fascinando a pesar de que no se la ha visto en casi 100 años y que destacan las poblaciones de Fort William o Drumnadrochit, o el Urquhart Castle, un promontorio besado por las aguas oscuras del lago Ness y alimentada por la leyenda de Nessie.

Cabe destacar que no es el único monstruo que habita en las profundidades de los lagos de Escocia. En el Lago Morar, sin ir más lejos, hay otra historia similar que ha quedado eclipsada por el poder de Nessie.

A caballo entre la naturaleza y la civilización se encuentra Stirling, la puerta de entrada y salida de las dos Escocias. Coronado por su castillo, que, según dicen, está habitado por un fantasma español que ha llegado a ser incluso fotografiado. Contemplar desde las murallas de su castillo los montes Ochils y el río Forth es una estampa que bien vale el viaje. Sobre todo cuando se atisba entre la niebla, en lo alto de Abbey Craig, el National Wallace Monument, una torre gótica que recuerda el emplazamiento de la gran victoria militar de William Wallace de 1297.

La leyenda de Wallace no ha hecho más que sellar su pacto con el tiempo y, a través de sus leyendas, ha alimentado a una nación con dosis de rebeldía, que ha perdurado desde entonces hasta la actualidad y ha hecho pensar a la mayoría de sus habitantes en una Escocia pletórica que sueña con Europa, muy lejos de una Inglaterra entusiasmada con el Brexit al que la primera ministra Theresa May ha fijado -recientemente- una hora exacta para su implantación: las once de la noche del 29 de marzo de 2019.

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