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Basilea, la ciudad de las tres esquinas

La ciudad de Roger Federer y Erasmo de Rotterdam baila entre tres países: Suiza, Alemania y Francia

Basilea, la ciudad de las tres esquinas

Asentada a orillas del Rin, a caballo entre Suiza, Francia y Alemania, los molinos de papel y las imprentas atrajeron a muchos humanistas, como Erasmo - el célebre filósofo que da nombre al programa de movilidad de estudiantes universitarios- y permitió convertir a Basilea, gracias a sus ideas de libertad y acogió a los hugonotes -calvinistas perseguidos en Francia -, que acabarían convirtiendo a la urbe en un foco de la industria tintorera, y más adelante de la química y farmacéutica en los albores de la Revolución Industrial.

El río es la estampa y atractivo principal de Basilea. Con su caudal y su leyenda como frontera y como lazo entre culturas alimenta a la ciudad. Casi se podría hablar de una civilización renana, con todo su influjo romántico, como lo describe del poeta romántico francés Victor Hugo en el Rin, su obra de viajes y relatos que recorre el río desde su nacimiento hasta su desembocadura.

Y es que la urbe debe el sobrenombre de "cruce de caminos" a su más fotogénica atracción. No solo es na frase hecha. El Rin dobla allí su rodilla y cambia de rumbo, más que una valla o una marca fronteriza es un coladero, un corral de gentes y un fluir de ideas y mercancías. Su tranvía recorre varios países.. .te subes en Suiza y cuatro paradas más allá se puede estar en Francia o en Alemania, según la línea. También es conocida en alemán con el nombre de Dreiländereck -esquina de los tres países- y en francés como District des trois frontières -Distrito de las tres fronteras-.

Con apenas 200.000 habitantes -la tercer más poblada de Suiza tras Zürich y Ginebra, Basilea es una de las capitales mundiales del arte. El gran desarrollo que cosechó a finales del siglo XVIII en adelante permitió cierta clase de opulencia entre sus gentes que la combatían en gastar el tiempo en cultura como la ópera y, sobre todo, en la colección de arte. Hoy día es imposible hacer un libro de arte moderno sin tener que pedir derechos de propiedad a alguna galería, pinacoteca o museo basilense.

Prueba de ello es la Feria de Arte de Basilea, el evento más significativo del sector. Más de 300 galerías seleccionadas cuidadosamente exponen el arte de los siglos XX y XXI, convirtiendo esta feria en el museo temporal más importante del mundo en el que artistas, coleccionistas de arte y numerosas personalidades del escenario artístico colocan a Basilea como uno de los focos del planeta durante unos días en el ecuador del mes de julio.

El corazón de la ciudad está formado por dos plazas: la Münsterplats y la Markplatz.

La primera, la de la catedral, situada en lo alto de una colina, se asoma al Rin y a la orilla donde los romanos asentaron Augusta Raurica, cuyas ruinas se pueden visitar. En la catedral románico-gótica, de piedra rojiza, pasa casi desapercibida la tumba de Erasmo. Y en segundo lugar, la plaza del mercado que está presidida por el Ayuntamiento renacentista lleno de murales y bañado en el característico rojo que tiñe la ciudad.

Callejuelas en cuesta, orilladas de anticuarios o tiendas de moda que, además de tanta vanguardia, se resiste a abandonar su pasado medieval. A pesar de ello, todo el atractivo lo merece el ya citado río Rin.

Y es que no es un simple riachuelo. El décimo más grande de Europa y el segundo que más países baña -por detrás del Danubio-, nace en los Alpes suizos y desemboca en el mar del Norte pasando por ciudades como Estrasburgo, Mannhein, Duisburgo o Róterdam. Pero es su tránsito por esta ciudad helveta el que lo hace más especial.

Desde hace años, los baños en el río han ido ganando adeptos, y el diseño tiene un papel importante para seguir esta corriente. Los turistas que caminan por su paseo ven atónitos como riadas de personas de cuyo hombro cuelga un curioso pez-flotador multicolor -el Wickelfisch- nadan en sus aguas y permite conocer una perspectiva única de la ciudad y sus históricas orillas, además de descansar o preparar el cuerpo para una ruta por la cercana Selva Negra, un macizo montañoso y destino favorito por muchos senderistas y cicloturistas en el sudeste de Alemania. ¡Toda una maravilla del medioambiente!

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