Duelo de veteranos. A un lado, Frances McDormand como protagonista en Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, de Martin McDonagh; y al otro, Gary Oldman, artífice de Winston Churchill en el biopic El instante más oscuro, de Joe Wright. Ambos son flamantes ganadores de un Globo de Oro por sus interpretaciones. Y llegan hoy a las salas de cine de toda España con la carrera por los Oscar todavía en vilo.

Después de meses sin que aparezca el culpable de la muerte de su hija, Mildred Hayes (la oscarizada Frances McDormand) da un valiente paso al pintar tres anuncios en unas vallas publicitarias camino de su pueblo con un polémico mensaje dirigido al venerado jefe de policía del pueblo. Este es el detonante de Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri, que cuenta la guerra entre esta madre y las fuerzas policiales.

"Mildred es una persona fuerte, decidida y enfurecida, aunque también está rota por dentro. Esa fue la germinación de la historia", reconoce el director, que escribió el papel para McDormand. "En realidad, Mildred no es una heroína", señala la actriz, "es una persona mucho más compleja. Se ha quedado sola con el dolor en tierra de nadie, en un punto del que no puede regresar. Una de las cosas a las que me aferré cuando pensaba en Mildred es que no hay una palabra en la mayoría de los idiomas que describa la situación en la que se encuentra. Si pierdes a tu marido, eres viuda; si pierdes a tu padre, eres huérfano. Pero no hay palabra para describir a un padre que pierde a un hijo, porque biológicamente no debería ocurrir. Es algo que escapa a la capacidad del lenguaje; y esa es la situación en la que se encuentra Mildred: destrozada".

Woody Harrelson y Sam Rockwell completan el trío de oro de actores de este filme con aires de western clásico con una protagonista femenina; que resulta siendo una radiografía sobre la decadencia de la sociedad americana, pero sin realmente pretenderlo.

El eje sobre el que gira el guión original de El instante más oscuro son tres discursos escritos y pronunciados por Churchill entre los meses de mayo y junio de 1940. Se sabe que las primeras semanas en n alto cargo son complejas. El veterano político británico tenía 65 años cuando fue nombrado primer ministro de Gran Bretaña el 10 de mayo de aquel año, un momento especialmente crítico para su país.

Las Fuerzas Aliadas ya estaban en guerra con Adolf Hitler, y una democracia tras otra había caído ante el ejército nazi. Gran Bretaña se encontraba al borde del precipicio. Solo había dos posibilidades: templar los nervios y meterse de lleno en el conflicto, o no participar en la guerra con las tremendas consecuencias que aquello implicaba para la soberanía inglesa.

"Me apetecía pronunciar esas palabras. Los discursos de Churchill están entre los más grandes del idioma inglés. Son extraordinarios porque no utilizaba una prosa florida, no empleaba metáforas ni imágenes, aunque sabía usarlas si hacía falta. Pero entendía a la gente a la que se dirigía y se aseguraba de que sus palabras llegaban directamente al corazón del país", asegura Gary Oldman.

El actor, marcado por su interpretación en el filme Sid y Nancy, cuenta que quiso experimentar al máximo con este personaje y que, aunque en otras ocasiones había rechazado encarnar al político, esta vez se decidió a ponerse en su pellejo por la calidad del guión escrito por Anthony McCarten. "Quería ir más allá, llegar al nivel psicológico e intelectual. Construirle ladrillo a ladrillo", sostiene Oldman.

"La concebí de inmediato como una película para el mundo, no limitada al público británico", detalla Joe Wright. "Todos hemos visto películas acerca de líderes, pero temáticamente, E l instante más oscuro trata más de la duda, la falta de confianza. Descubrimos a una leyenda que se sobrepuso a unas dificultades a las que todos nos enfrentamos en mayor o menor escala", añade el director.

El maquillaje juega un papel clave en esta película, pues la caracterización tenía que ser creíble, y así lo lograron en escena. "Lo más difícil residía en que las cabezas eran de proporciones y tamaños totalmente diferentes. La cabeza de Gary es ovalada, pero la de Churchill es más aplastada, más redonda. Los ojos de Gary están bastante juntos, los de Churchill, separados. Había que solucionar estas dificultades", explica el maquillador, Kazuhiro Tsuji.