Teatro

Bibiana Fernández: "Construí mi vida a partir de los sueños que me inculcó el cine"

La actriz protagoniza la comedia musical 'El amor está en el aire' en el Teatro Víctor Jara

Bibiana Fernández: "Construí mi vida a partir de los sueños que me inculcó el cine"

La actriz Bibiana Fernández disecciona las relaciones de pareja junto a Manuel Bandera en El amor está en el aire, una comedia musical de Félix Sabroso, que toma las tablas del Teatro Víctor Jara este domingo, 20 de mayo.

¿Qué estaciones del amor explora este show y en qué medida transmite que se trata de un acto de fe, como dice la canción?

El amor está en el aire habla de todos los estadíos del amor y de todos kos pasos que atraviesan las relaciones, incluso, cuando tienes una edad y has vivido varias. ¿Si es una cuestión de fe? Sí, aunque pese a tener conciencia de ello y haberlo vivido, la experiencia no te sirve de nada, porque vuelves a tropezar, si no con las mismas piedras, sí con unas parecidas. Y El amor está en el aire habla de todas esas fases: el amor, el enamoramiento, la rutina, la costumbre, la estabilidad, la comodidad, el principio del fin, el rencor, las peleas por los hijos, por los coches, por las casas, por el exprimidor de las naranjas... Que yo digo: ¡pero señora, cómprese usted otro exprimidor!

¿Y qué papel juega la música en el guión?

Pues mostramos todas estas cosas acompañadas de música pero, como nosotros no somos cantantes, utilizamos las canciones como parte del guión. No es el formato habitual, porque no es el típico número musical, sino que nos cantamos el uno al otro y mostramos todas estas miserias en clave de comedia; básicamente, para que la gente no se tire de los pelos, que no está la vida para contar penas,que para eso ya tenemos el telediario.

¿Cómo afrontó los ensayos con Bandera para trabajar ese espectro de picos emocionales?

El caso es que entre Manuel y yo existe una comunión desde hace más de 30 años y eso facilita muchísimo el trabajo, porque nos queremos mucho y nos conocemos de toda la vida. Y eso es fundamental, porque el teatro es una profesión muy chivata y se nota mucho cuando las cosas, incluso las comedias, están impregnadas de verdad. En este caso hemos podido dársela los dos, porque existe esa relación maravillosa y, además, llevábamos mucho tiempo detrás de hacer un proyecto juntos.

¿Cómo se embarcó en este proyecto a las órdenes del grancanario Félix Sabroso?

Este proyecto, en realidad, nació entre Dunia Ayaso y Félix Sabroso después de hacer con ellos La gran depresión, junto a Loles León. Pero tras la muerte de Dunia, Félix necesitó reemprender su camino en solitario, lógicamente, porque llevaban toda la vida trabajando juntos, así que es como cuando tienes un accidente de coche y tienes que aprender a andar otra vez. Por tanto, después de El tiempo de los monstruos llegó El amor está en el aire y ya hay en cartera otro proyecto en el que volveremos a trabajar juntos Félix, Manuel y yo. No es inmediato, pero es seguro, o eso espero porque, en esta profesión, el tiempo se encarga de poner y quitar las cosas. Si a algo te acostumbras cuando llevas mucho tiempo en esto es a saber que tienes que aprender a ser flexible y cimbrearte como el bambú para adaptarte a este camino sin romperte.

¿Le ha costado sobrellevar la incertidumbre de la profesión?

Yo siempre ando en tres o cuatro cosas a la vez y, aunque siempre tengo ganas de vacaciones, cuando llevo un mes de vacaciones estoy que me subo a lo alto de la palmera ¡y me como al mono, el coco y las hojas! Yo estoy acostumbrada a trabajar desde que tengo uso de razón y no sé estar sin hacer nada. En definitiva, mi trabajo es mi vida. Supongo que me jubilaré cuando me muera, no porque quiera morir con las botas puestas, entre otras cosas, porque Hacienda me lo quitó todo y tampoco me quedan más cojones, sino porque es lo que me gusta. Yo amo mi profesión en cualquiera de sus vertientes y amo el teatro por encima de cualquiera de las cosas que hago, aunque cada medio, la televisión, la radio o el teatro, te da una cosa, porque cada uno tiene su propia libertad.

¿Por qué excluye al cine en esta ennumeración?

Ah, no, es el cine el que me ha excluido a mí, ¡yo no le he hecho nada! Además, yo soy una gran aficionada al cine, con independencia de que trabaje en él o no. El cine forma parte de mi vida y he hecho mi vida a partir de los sueños que me inculcó muchas veces el cine. Además, yo tuve la fortuna de nacer en Tánger, en Marruecos, en una época en que tuvo mucha proyección internacional, en la que vi mucho cine y autores franceses - entonces ignoraba la importancia que tendrían después- y también a aquellos personajes femeninos que fueron las heroínas en las que yo me quería convertir. Por tanto, el cine es un terreno que amo, aunque es cierto que en el cine estás más a merced del director y de la historia que quiera contar, a diferencia del teatro, donde tú eres la música pero, a veces, también puedes permitirte ser la partitura.

¿Cree que entonces el cine era menos encorsetado en sus narrativas con respecto a hoy?

Yo pertenezco a la primera transición, así que no puedo decir que hubiera más libertad que ahora, pero, por ejemplo, el cine que hizo Almodóvar en aquella época no se podría hacer hoy. Alaska tenía 15 años cuando hizo la lluvia dorada sobre Eva Siva en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, y hoy llevarían presa a Alaska por ser menor, a Almodóvar por llevar a una menor a hacer la película, y criticarían a Eva por dejarse. Yo tuve la fortuna de pertenecer a una generación que venía de una dictadura con una gran necesidad de expresarse y contar cosas y, en ese proceso, contamos con la complicidad de la gente, pero también de los políticos de la época,que supieron llegar a una serie de consensos. Y eso hoy es impensable en política, donde no se entiende nadie con nadie y todo es un desatino.

Entonces, ¿cree que la de hoy es una sociedad menos libre?

Creo que pertenezco a una generación que tuvo la suerte de vivir una época de libertad muy especial, porque la libertad de ahora es más democrática, en el sentido de que es accesible a más gente, pero antes nuestra libertad nacía de una gran necesidad individual de expresarse, contar, salir, protestar y hacer cosas. En cambio, hoy, que hay más libertad, la gente joven se ha vuelto más cómoda, quizás porque sus padres les han dado todo aquello que ellos no tuvieron, pero hay que protestar, señores, si las cosas no te gustan. Me preocupa esa falta de inquietud y de caracter para algunas cosas, que sí hubo con creces en mi generación.

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