"La música de Robi Draco me dio la vida"

El cantante de flamenco regresa a Gran Canaria para presentar su álbum ´Hechos son Amores´ en la Plaza de Santa Ana, en el marco del Temudas

Quique Curbelo

Amitad de los años 90, la voz de Antonio Carmona sonaba familiar en buena parte de las casas de este país. Un álbum en directo, De Akí a Ketama, puso entonces en el mapa a una banda que le había dado la vuelta -como el que dobla un calcetín- al flamenco desde el subsuelo del negocio con Songhai.

Junto a su hermano Juan José y su primo Josemi, con canciones como No estamos lokos, Se dejaba llevar por ti, Flor de lis, Vengo de borrachera o Vente pá Madrid, Ketama se convirtió en un huracán. Sonaba tanto en medios especializados como en radiofórmulas, triunfaban en las listas de ventas y en los directos. Aquello marcó una época y hoy, dos décadas después, aquella voz -con ese color tan particular-, se asoma a la Plaza de Santa Ana dentro del programa del 22ª Festival Temudas (22.00 horas). Vuelve Antonio Carmona a Canarias y lo hace después de despedir a su padre y maestro -Juan Habichuela- y tras firmar tres discos en solitario más allá de Ketama: Vengo venenoso, De noche y Obras son amores.

Hace un año, con motivo del lanzamiento de Obras son amores , terminamos la conversación dialogando sobre el flamenco. Hablamos sobre el trato reverencial, por ejemplo, que reciben el jazz o el blues en Estados Unidos y aquí, sin embargo, el flamenco es algo casi underground . ¿Veremos cambiar eso algún día?

Aquí eso es imposible.

¿Por qué? ¿Tendrá algún día el flamenco un museo como lo tiene el jazz en Nueva Orleans, por ejemplo?

Nada. Es imposible. Ni los propios flamencos reconocemos muchas veces de donde venimos. Tenemos a La Niña de los Peines, a Camarón, a Marchena? Son nuestros Nina Simone, Billie Holiday o Miles Davis. Pero no hay interés ni empeño. Y eso se ve también en los medios. Mire, un ejemplo. En Colombia hay una canal de televisión que durante las 24 horas del día, sin parar, emite música colombiana. Aquí eso, ahora mismo es imposible. Y en España lo tenemos. Tenemos ese patrimonio al que rendir homenaje, del que tirar. Pero no lo reconocen ni los medios ni las discográficas y, a partir de ahí, todo es una cadena. El gran público lo desconoce y deja de ser negocio. Porque ese es el tema. Aquí, antes, Nuevos Tiempos era una compañía que apostaba por nuevos valores, por cosas distintas, por todo aquello que se saliera de las radiofórmulas. Ahora eso es imposible: la gente quiere ganar dinerito rápido y vivir muy bien.

Anda de gira, imagino que acumulando muchas horas de viajes. ¿Qué música escucha durante los desplazamientos?

[Se lo piensa] Mire, últimamente estoy escuchando mucho a Chabuco, un músico colombiano que me mola mucho. Y hay una canción, Eres tú, de Ariel Núñez, hijo de Pavel Núñez, que me vuelve loco. Me da un buen rollo por la mañana? Es el tema perfecto si has pasado mala noche, si estás pasando un mal momento. Busco eso, música que por la mañana te quite las penas. También escucho la música de Fernando Osorio, a Los Mártires del Compás? Qué buenos son Los Mártires. A Kiki Morente. Y a Robi Draco Rosa.

Robi Draco Rosa, el autor del Livin' la vida loca que hizo popular en todo el mundo a Ricky Martin.

Sí, pero ojo, es un pedazo de músico.

Tiene un versión, en un disco en directo, del Livin' la vida loca muy rock, muy The Doors.

Tiene unos discos muy oscuros que son una maravilla. A mí me dieron la vida cuando Ketama se separó. Tengo una anécdota muy buena con él. Bueno, ahora me río, pero lo pasé muy mal.

Cuente, cuente.

Me invitó a irme de gira con él a Puerto Rico. Me llevé a mis sobrinos, Juanito y Carlos Carmona, que entonces eran menores de edad. Y nos pilló un huracán brutal. De esos que los destruyen todo. Yo pensé que salíamos todos volando. Y con el cargo de conciencia por haber llevado a mis sobrinos.

¿Ha encontrado algo en la música, últimamente, que le haya sorprendido?

A Marina y Lucía, mis hijas. Me gusta mucho lo que hacen, sobre todo porque han cogido las raíces del flamenco y han tirado hacia afuera. Le quitan arrugas al flamenco.

Bueno, eso es lo que salvó al flamenco. Fue lo que hicieron Camarón de la Isla y Paco de Lucía. Y mire las críticas que recibieron de los más ortodoxos.

Buff? Camarón de la Isla, qué grande era. Había que ver como ponían esos gitanos el Palacio de Deportes de Madrid. Veías las primeras filas, llenas de diplomáticos, ejecutivos? ¡Y la gente se volvía loca! Ellos le quitaron mucha arruga al flamenco. El flamenco, hasta entonces, era un cuarto, un tablao. Y llegaron ellos y le metieron un bajo, una batería? Fue un paso muy grande.

Ha cambiado la forma de escuchar música, de consumir música, ¿lo nota también en los directos?

Mi forma de escuchar la música no ha cambiado: lo sigo haciendo en los atascos de Madrid, parece que vivo atrapado en la M-30. Además, el día a día me deja poco tiempo, porque cuando no estoy en un estudio de grabación o en actos relacionados con mi carrera, estoy con la familia. Así que el coche, dentro del caos que es esta ciudad, es una especie de oasis para escuchar la música que me gusta, para descubrir cosas...

Pero usted ha visto de todo en este oficio. El negocio, con internet, ahora se ha transformado. Y cuando hay que pagar, después de años de barra libre, para que cuesta más. ¿Se ha encontrado eso en sus últimos directos?

No mucho, la verdad. Sigo viendo lo mismo que cuando salía de gira con Ketama. Niños, jóvenes, gente mayor que quiere pasar un buen rato escuchando la música que le gusta.

Hace unas semanas, en Madrid, Vetusta Morla metió 38.000 personas en un directo. ¿Hay esperanza?

Hay esperanza y hay orgullo. Porque lo que han hecho es muy grande. Y lo han hecho ellos solos, sin formar parte del cartel de un festival ni ser teloneros de una gran banda extranjera. Y no es un grupo comercial que esté sonando todos los días en radiofórmulas o en televisión. Vetusta Morla debería ser un fenómeno a seguir por los artistas de aquí y, sobre todo, para todas aquellas instituciones que tienen la posibilidad de apoyar a nuestra cultura. Aquí hay mucho talento, a veces basta con creer en ello.

Ha vivido, últimamente, experiencias que marcan. ¿Qué siente al volver a un escenario para volver a cantar? ¿Lo vive con más intensidad?

Bueno, después de todo es un trabajo. Yo es que empecé con 13 años. Ya son 40 años en esto. Las he visto de todos los colores. He visto picos altos, picos bajos? Con 20 años, con Ketama, lo viví con el salvajismo de la edad, que teníamos que ir con guardaespaldas y 800 tías detrás. Con 30 años maduras y te relajas. Y con 40 años lo disfrutas. Todo tiene su tiempo.

Su último trabajo, suena a homenaje a Juan Habichuela?

Sí, pero ojo, también lo era Vengo venenoso. Él está ahí, es una fuente de inspiración siempre presente en mi carrera. Él me transmitió el respeto por el oficio y nunca me he salido de esa idea. Creo que Obras son amores es un disco importante, que ha sido reconocido con diferentes premios. Nos ha galardonado la Cadena Dial, hemos recibido el Premio Q de Calidad Turística. También nos ha reconocido Radio Olé. Y sobre todo hemos tenido la nominación a los Grammy Latinos. Estar ahí ya es muy grande. Este disco me ha dejado mucha felicidad. Es cierto que, en buena medida, este discofue una manera de despedirme de mi padre, pero lo quise hacer sin que se convirtiera en una tragedia. Mejor hacerlo con una rumbita, con música.

Vuelve a Gran Canaria? ¿Vuelve venenoso?

Con muchas ganas y claro, con mucho veneno. Tengo ganas de reencontrame con Canarias, que para mí siempre ha sido como un pedacito de Andalucía en medio del Atlántico.

¿Es consciente de que su música, su estilo, tiene tirón en Canarias?

Pasa igual que en Andalucía. Entienden mucho de música y tienen esa esencia latina. Yo iba a Canarias hace 30 años y flipaba con la cultura musical, como pillaban conceptos de jazz o flamenco a la primera. Me siento bien en Canarias.

Nos vemos mañana? Y que no diluvie como en Veneguera.

[Risas] Qué palo de agua nos cayó aquel día? Bueno, ese año nos llovió [habla de una gira con Ketama] en todos los sitios a los que fuimos a cantar. De broma decíamos que nos mandaran a África, que seguro que acabábamos con el problema de la sequía. Tengo ganas de ir a Las Palmas de Gran Canaria. Además, sé que tocamos en la plaza de Santa Ana, un sitio precioso, con mucha magia. Allí nos vemos.

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