Anclada en pleno centro del Mar Mediterráneo y al oeste de Italia -justo a la altura de Roma- se encuentra la isla de Cerdeña. Con poco más de 2.000 kilómetros de costa, cuenta con playas de arena fina y aguas transparentes que le dan el sobrenombre del Caribe de lo que antiguamente se conocía como Mare Nostrum. Sus 24.100 km² -en donde cabe diecisiete veces Gran Canaria- la convierten en la segunda Isla más grande de su entorno, justo por detrás de su hermana Sicilia, y la tercera región más extensa de Italia. Además, su baja densidad de población, 69 hab/km², ha beneficiado a que sus parajes sobrevivan al cemento.

Fenicios, cartagineses, romanos, vándalos, godos, musulmanes, españoles... Muchos han sido los pueblos que han habitado estas tierras a lo largo de la Historia antes de formar parte de Italia. Esta diversidad la ha dotado de una idenditad cultural y social distinta a la de sus compatriotas continentales.

"Árida y misteriosa". Con esas palabras definen los sardos a su isla. Una tierra de pastores desde tiempos neolíticos que hoy se conoce por ser destino de vacaciones de ricos y famosos como George Clooney, Irina Shayk o Rafa Nadal. Además, Silvio Berlusconi es propietario de unas miles de hectáreas en el noreste de la isla, la famosa Costa Esmeralda, donde el expresidente italiano tiene su residencia de verano.

Aunque la presión turística sin embargo no ha restado atractivo a las caprichosas formaciones de granito que miran al mar a lo largo de la carretera que circula desde Porto Cervo hasta Palau. En esta zona se encuentra un tesoro natural sin parangón, el archipiélago de la Maddalena, donde los buceadores acuden seducidos por la visibilidad de sus aguas y la abundante fauna acuática que puede llegar a verse, pero también con la esperanza de descubrir los restos de alguna nave romana hundida. Estas pequeñas islas cercanas de Cerdeña han pasado a la historia por ser el refugio de Giuseppe Garibaldi, el héroe de la unificación italiana.

Pero esto se limita solo a la Costa Esmeralda, en el noreste. Para el resto de mortales hay otra Cerdeña que combina días en las playas donde combatir el calor del verano, con excursiones por el campo o visitas a yacimientos arqueológicos, además de sus propias ciudades. Todo ello acompañado con la mejor experiencia local y su gastronomía: disfrutar de la bottarga di muggine, huevas de mújol y toda una amalgama de sabores procedentes del mar, y como no, de la pasta. ¡ Bon appetit!