A n el año 2011, el fabricante norteamericano de procesadores Intel acuñó por primera vez el término ultrabook. El vocablo, que fue registrado por la misma empresa, se refería a una tipología de ordenadores cuyas características principales eran que el grosor debía ser como máximo de 21 mm. en los grandes y de 18 mm. en los pequeños; el procesador debía ser de ultra-baja tensión -de muy bajo consumo eléctrico-, además de tener un disco duro de estado sólido -SSD- y una duración de la batería -en uso- de al menos cinco horas.

Con el paso de los años aquel grosor y aquellos procesadores se han vuelto obsoletos hasta el punto de que, al menos en lo que a grosor se refiere, los 21 mm. son casi un ladrillo al lado de los ordenadores que fabricantes como Apple, HP, Acer o Lenovo están lanzando al mercado.

Si bien es cierto que dichos ordenadores no pueden presumir de potencia, también hay que decir que su solvencia es más que suficiente para realizar cualquier tipo de trabajo para la mayoría de usuarios.

Huelga decir que esas interminables horas de uso -algunos modelos, como el Lenovo Yoga 920 llega a las 16 horas de uso- se reducen considerablemente cuando se usa -y abusa- de juegos o aplicaciones de edición fotográfica. Si se intenta hacer edición de vídeo, la cosa toma tintes dramáticos. Eso es mejor olvidarlo...

Pero al final, ordenadores como el MacBook, el Acer Swift 7, el Samsung Notebook 9, el HP Spectre 13 o el Huawei MateBook X no son de los mejores por su fuerza bruta, sino por su sutil elegancia gestionando la batería hasta que se agota antes el usuario que el ordenador.