El arte como búsqueda, sublimación o lienzo que confronta quiénes somos y fuimos, como revelan la oscuridad del teatro o los colores puros de Mark Rothko, cimientan el montaje Rojo, de John Logan, que recorre los teatros españoles bajo la dirección de Juan Echanove. El actor madrileño dirige y protagoniza la obra más paradigmática y multipremiada del autor de Gladiator o Skyfall en la piel del célebre representante del expresionismo abstracto y en un pulso interpretativo con el joven actor Ricardo Gómez, con quien ya coincidiera en la serie Cuéntame, y que encarna al ayudante del pintor, Ken.

Ambos actores, a quienes une una gran complicidad fuera de las tablas, revelaron algunas pinceladas del proceso creativo de Rojo ayer, en el Teatro Cuyás, donde representan el montaje este fin de semana. Su trama se sitúa en el dilema artístico-moral que afronta Rothko ante un encargo singular en el ocaso de su trayectoria, a la sombra del pop art, si bien, como aclara Gómez, " Rojo no habla sólo de pintura, sino de la vida y la muerte, lo rojo y lo negro, lo que empieza y lo que termina, la facilidad o la imposibilidad de dar paso a lo que viene, y cómo nuestra mirada sobre el mundo y el arte evoluciona con los años".

Éxito mundial

En este sentido, el actor señala que "después también entramos en el expresionismo abstracto, Pollock, Lichtenstein o Warhol, pero el eje troncal de la obra tiene que ver con todo lo que los seres humanos tenemos en común. Y eso es lo que ha convertido a Rojo en un éxito mundial".

Por su parte, Echanove identifica este duelo verbal e intergeneracional con la metáfora del trapecista, "porque durante la representación quitamos la red y empezamos a hacer saltos mortales". "En algunos momentos, Ken ejerce de portor y Mark hace la pirueta; en otras, se cambian los papeles, Mark hace de portor y Ken de ejecutor; y otras veces, damos un doble salto mortal o, incluso, un triple mortal sin red. Y además, no ponemos la red nunca", añade.

Sin embargo, ambos actores se quedaron suspendidos sin red antes de subir el telón cuando, a solo una semana del primer ensayo de Rojo, su director original, Gerardo Vera, sufrió una grave crisis cardiaca que lo alejó de los escenarios. Tras múltiples cábalas, Echanove asumió las riendas del montaje y hoy afirma que "este es el proyecto más interesante, como actor y como director, que he afrontado en mi carrera. Y el que más me gusta hacer"

Antes de asumir este reto, Echanove y Gómez acudieron a ver el montaje original a Londres, protagonizado por Alfred Molina y Eddie Redmayne. "Nos fuimos a a Londres con la condición de disfrutar de la obra y, luego, irnos a cenar y olvidarnos completamente de ella", relató Gómez. "Luego, cuando nos tuvimos que enfrentar al proyecto sin Gerardo, nos decíamos: ¿¡pero y cómo era esto en Londres!?, bromeó el actor. Sin embargo, asegura que "el proceso con Juan ha sido mucho más sencillo de lo que pensaba". "Hoy la función tiene el sello de Juan y lo que más me gusta es que se construyó a través del ensayo-error, probando y descartando, con el resto del equipo. Y ha sido una experiencia muy nutritiva porque, además, hacerlo de la mano de un amigo, que además es un actor del calibre de Juan, es un gustazo", añadió.

Y Echanove, quien apostó por Gómez como partner in crime desde que se gestase esta versión con Vera, hace casi 10 años, expuso que "a veces, en el teatro se forjan amistades intensas que son para toda la vida y donde aprendemos continuamente de la otra persona". "Yo no sé si tengo muchas cosas que enseñarle a Ricardo Gómez pero a mí Ricardo Gómez, cada vez que trabajo con él, me enseña muchas cosas. Y para mí, ese es el regalo más grande de la función", concluyó Echanove, para quien únicamente este actor contaba con "los brazos y muñecas lo suficientemente fuertes y sensibles como para poder sujetar mi tonelaje de 40 años en escena". Por eso, ante el triple salto mortal, ambos hicieron red.