Antes de comprar a Pixar ( Toy Story, Monstruos SA o Up), Disney parecía 'derrotada' tras haber disfrutado de una época gloriosa (la década de 1990); pero encontró un filón con el que ha recobrado tiempo de vida y, sobre todo, dinero. Desde hace unos años, la mítica compañía se ha propuesto revivir los mismos éxitos que la catapultaron y rentabilizar aún más ficciones pasadas, ubicadas en el subconsciente de medio mundo, ante la escaseza de nuevas ideas. Pero al público le gusta. Y el espectador manda.

La producción de clásicos en acción real es un fenómeno asentado. Hasta ahora, algunas -muchas de ellas- han sido versiones prácticamente calcadas, de idéntico parecido. Es el caso de El rey león. Pero otras revisiones que también beben de sus predecesoras no pueden considerarse auténticos remakes. Son los casos de Dumbo, de Tim Burton, que dobla el metraje de la auténtica, o de Maléfica, que, bajo la dirección de Joachim Ronning, estrena hoy su secuela Maléfica: Maestra del mal.

Expectativas

Tras dos semanas de polémicas, con el lanzamiento de "Joker", otro villano, en este caso, femenino, amenaza con copar las carteleras este fin de semana, desafiando a la humanidad. El efecto que produjo el estreno de la película que dio origen a esta secuela es solo un aviso y, al mismo tiempo, un hito difícil de superar: en 2014, recaudó 785 millones de dólares en todo el mundo. Malvada, elegante, irónica y poderosa, así vuelve Angelina Jolie en su papel de Maléfica tras pasarse varios años alejada de la interpretación. Concretamente, desde que intentara salvar su relación dirigiendo y actuando la fallida Frente al mar (2015) junto a su ahora exmarido Brad Pitt.

Con unos rasgos faciales rematados de forma afilada, siempre vestida con un traje negro lúgubre y acompañada por unas alas igualmente oscuras, Maléfica es la cara 'b' del cuento de La bella durmiente. Aunque no es la única protagonista.

Tampoco la única mujer. A la estrella que es Jolie se ha sumado otra contrastada como Michelle Pfeiffer, que encarna a la malvada reina Ingrith, una nueva fuerza oscura. Además de Elle Fanning, que, como en el primer film, hace de la joven Aurora. Tres mujeres que pertenecen a tres generaciones distintas, en definitiva. Justo lo que busca representar Maléfica: Maestra del mal.

El reparto reivindica el sexo femenino con papeles fuertes e independientes de una figura masculina. Disney, como ya hiciera con Frozen en 2013, ha querido decir adiós a los convencionalismos. Se ha adaptado a los nuevos tiempos y este cuento ya no pretende ser la mítica historia de princesas en la que el príncipe salva a su amada con un beso en el lecho de muerte. Aun así, el feminismo y la familia son solo dos de los temas que abarca la secuela.

En la primera adaptación, el público conoció los motivos que endurecieron el corazón de Maléfica; los mismos que la llevaron a maldecir a su ahijada, la princesa Aurora, una mujer con mucha fuerza en su dulzura. Y, ahora, en la segunda película -una aventura épica adornada por el CGI-, Ronning continúa explorando la compleja relación que mantienen el hada y la futura reina, que con el paso de los años ha limado asperezas. Sin embargo, esos vínculos, nacidos del dolor, la venganza, pero también del amor, se ven puestos en peligro por nuevas amenazas que desafían el mundo mágico en el que habitan.