El sueco Roy Andersson recurre a la narrativa y puesta en escena de sus anteriores trabajos en Sobre lo infinito, una sucesión de escenas cotidianas aderezadas con humor que invitan a reflexionar sobre la condición humana y en la que cada plano se compone hasta la extenuación. Una pareja flota por encima de Colonia, desgarrada por la guerra; camino de una fiesta de cumpleaños, un padre se agacha para atar el cordón del zapato de su hija bajo una lluvia torrencial; unas adolescentes bailan delante de un café; un ejército derrotado marcha hacia un campo de prisioneros. A la vez oda y lamento, Sobre lo infinito ofrece un caleidoscopio de la humanidad.