Entrevista | Edu Galán

"Me haría ilusión meter a Greta Thunberg en el alcohol"

"En 'Mongolia' le vamos a dar por igual al Gobierno de izquierdas que a la oposición, estamos en el medio", señala el humorista

Darío Adanti y Edu Galán, en 'Mongolia sobre hielo'. R@dar

P ara empezar tal como arranca el vídeo promocional de este espectáculo: ¿qué diantres es Mongolia sobre hielo ?

Mongolia sobre hielo es un circo donde, en un alarde interpretativo sin igual, Darío Adanti y yo interpretamos a los dueños de un circo, que somos nosotros mismos. Por un lado, somos unos empresarios progres que han montado un circo sobre hielo, ya que la revista marcha fatal por la caída de ventas del papel y, por otro lado, interpretamos también a dos obreros fachas, que hoy están muy de actualidad, que quieren un poco de orden porque están contratados como falsos autónomos por los empresarios progres. Y jugando con esa contradicción, hacemos una serie de sketches que van desde las interacciones entre ambos a otros sketches por separado, donde hablamos de cuestiones como por qué la izquierda siempre se separa y la derecha siempre se une, los nacionalismos, los límites del humor o las religiones new age de izquierdas, que odian el catolicismo pero les encanta el budismo, cuando son creencias igual de hediondas. Entonces, hacemos este totum revolutum que, frente a nuestro show anterior, Mongolia: El Musical, nos ha quedado más crítico con la izquierda, porque no queríamos dar siempre hacia un mismo lado.

¿Podríamos convenir en que la izquierda también se lo había ganado a pulso?

Pues sí, yo creo que cada uno de los sketchs ha sido extrañamente preclaro -aunque se veía venir, tampoco es que seamos unos videntes de la leche- en cuanto a cómo a la izquierda le ha costado tanto llegar a acuerdos por razones personales y de egos, anteponiendo sus intereses y estrategias al hecho de llegar al poder. En este sentido, yo siempre he sido clementista: primero controlamos el aparato del Estado y, a partir de ahí, hablamos, porque desde que llegas al poder y controlas el gobierno, dejas a la derecha tocada.

La pasada semana dedicaban su espacio Estamos Hartos a las críticas que llueven sobre el nuevo Gobierno de coalición entre PSOE y UP pero, ¿le sorprende?

Bueno, en la derecha y en la ultraderecha hay mucha crispación; ya hemos vivido otros escenarios en los que ha gobernado la izquierda, donde la derecha se ha dedicado a dinamitarlo, pasándose esta idea ridícula de los 100 días de cortesía por el forro. Entiendo que es una estrategia absolutamente normal dentro de que el gobierno de izquierda también tiene narices: nuestro presidente tira por la calle de en frente y le da todo igual una vez que ha tocado poder. Por eso, en Mongolia estamos un poco en el medio, como deben estar las revistas satíricas. Y creemos que le vamos a dar por igual al Gobierno de izquierdas, porque a veces hace cosas inexplicables, como a la oposición, que de pronto nos está vendiendo poco más que el apocalipsis.

En este sentido, Mongolia recibe bandazos indistintamente de la izquierda y de la derecha.

Y eso es un orgullo porque, oye, nadie es perfecto, como dice la película de Billy Wilder. De hecho, nosotros somos una máquina de echar lectores fuera, porque les decimos cosas que no quieren oír. Últimamente, somos muy críticos con el movimiento nacionalista catalán y el independentismo; evidentemente, con el ascenso de Vox, y también con las religiones new age porque ¿en qué momento la izquierda empezó a asociarse con religiones que creen en las energías que nos conectan o con el karma? ¿O con ese animalismo exacerbado que no distingue entre animales y mascotas? Creo que la única energía que nos conecta es la energía cinética de la patada que te voy a dar como me defiendas el budismo...

¿Qué tema resulta más pantanoso diseccionar públicamente en España: los límites del humor y la corrección política o la cuestión de los nacionalismos?

Una cuestión que abordamos en el show es esa tolerancia de la izquierda con los nacionalismos siempre que sean regionales, mientras que el nacionalismo español no es aceptable, que es algo que siempre me ha parecido absolutamente hediondo. Yo soy internacionalista. Para mí, lo que sería perfecto es que quitásemos las fronteras y reivindicásemos el libre movimiento de personas. Ya sé que esto es un ideal, pero en mi monólogo digo que no hay mayor forma de querer a tu país que salir con un trapo de colores y pagar tus impuestos. Por eso, los más grandes nacionalistas suelen pagar sus impuestos en Andorra y Panamá, pero luego sacan el trapo de los cojones por la ventana y a nosotros que nos jodan (Risas). Y hasta que la izquierda no entienda que ambos puntos de vista son de la misma calaña, con diversas intensidades y matices, vamos jodidos.

En definitiva, ¿la escenografía no podía ser otra que un circo para emular este escenario social?

Claro, porque además habla de nuestra profesión, y también es una metáfora de nuestra revista, porque las ventas son las que son. Nosotros nunca imaginamos que la revista iba a ser el único sustento de la editorial, así que nos hemos visto obligados -ojo, de la mejor de las maneras- a hacer teatro, televisión y libros. Estamos 24 horas pensando proyectos para sacar adelante la empresa editorial y este el gran problema de las empresas periodísticas hoy, que tienen que buscar formas de diversificar para ganar dinero y, además, poner en valor los periódicos, lo que cuesta escribir un artículo, una columna, o el periodismo de investigación. Pero creo que nosotros también nos hemos dado un tirado en el pie en ese sentido y esa es nuestra contradicción. Por eso bebo tanto (Risas).

Precisamente, la idea de la contradicción está muy presente o, incluso, vertebra este espectáculo.

Creo que no hay cosa más bonita para entender el mundo que asumir que funciona en la contradicción: desde la vida personal, como esa frase mítica de "te quiero pero a veces te odio", hasta esas contradicciones internas de la izquierda o la derecha. Nosotros intentamos trasladar este quilombo a escena con mucho humor y agilidad porque queremos transmitir que, frente a lo que te dicen las redes sociales, es importante no tener las cosas tan claras. Siempre les digo a los lectores que no necesitamos fans; es decir, queremos lectores que, en gran parte, estén de acuerdo con nuestra línea editorial, pero que también estén en desacuerdo, que apunten, que sean críticos. Creo que vivimos tiempos, exacerbados por las redes sociales, donde se quieren fans de una secta más que seguidores críticos de una idea. Por eso, nosotros damos a todo, sin perder de vista que todos tenemos que mirarnos de vez en cuando al espejo.

Por otra parte, un año antes de su fecha en Gran Canaria tuvieron problemas en el Teatro La Rambleta (Valencia), hasta el punto de plantearse la cancelación, por las amenazas de grupos de ultraderecha, aunque nunca compartieran la decisión de suspender...

En realidad, al principio suspendimos como medida de presión, porque no se entendía que un ayuntamiento no garantizara la seguridad, que finalmente hicieron ante las protestas de la gente. Es que, por favor, ¿cómo no van a poder asegurar un teatro de 500 espectadores, si todos los fines de semana aseguran Mestalla, un estadio de fútbol de 40.000 personas? En fin, nuestra idea era hacerlo pasara lo que pasara porque la extrema derecha, como estamos viendo, está muy crecida, así que tendremos que hacer un poco de autocrítica desde la izquierda. Creo que nos esperan unos años de incidentes con ellos, pero nosotros siempre vamos a plantar cara a pesar de que nos puedan soltar un garrotazo, que es algo que, bueno, que tienes que asumir cuando haces una revista satírica. Si no, me dedicaría a ser notario.

Pese a todo, el otro día llamaba a la tranquilidad en Twitter. ¿Quizás estamos demasiado tensos?

Lo que creo es que solo hay dos organismos: uno pluricelular y otro no pluricelular, que es el gobierno de Greta Thunberg, que nos vende que el futuro es el caos absoluto. Y yo no creo que vaya a ser el caos, ni por lo que dice Thunberg, ni por lo que dice el Gobierno, aunque me cae mejor Greta, aunque reconozco que me haría mucha ilusión introducirla en el alcohol, porque estoy seguro de que así bajaría una marcha.

Compartir el artículo

stats