Crisis volcánica en La Palma

Los centros escolares de la zona afectada por la erupción se quedan sin vecinos

Familias y docentes ponen atención sobre la pérdida de arraigo que esta situación puede provocar en los más pequeños

Una colada de lava atraviesa una de las carreteras principales. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

El colegio unitario de Los Campitos ha desaparecido bajo la colada de lava. El centro escolar que albergaba 23 niños no volverá a realizar ninguna actividad lectiva. Sin embargo, también hay centros educativos que se han quedado sin vecinos. Es el caso del colegio de La Laguna, otro barrio de Los Llanos de Aridane situado más al norte del avance de la lengua de lava y al que, por ahora, la devastación de la colada les queda a unos pocos kilómetros.

Es un centro mayor, con 150 alumnos de procedencia variada, pero que en su gran mayoría residían en el barrio de Todoque. Una de sus docentes, Estíbaliz Díaz, confirma que siguen manteniendo contacto con todos los padres de sus alumnos. «Muchos lo han perdido todo», la mayoría permanecen evacuados, «algunos en casas de familiares y otros en la zona habilitada», pero con la sensación de que su vida ha cambiado para siempre y les costará retornar mucho tiempo a la normalidad.

La maestra destaca que a los más pequeños «no les ha costado acostumbrarse», ya que desde que comenzó el enjambre sísmico hablaban con términos técnicos referentes a los movimientos de magma y mostrando «la misma expectación que exhibían los adultos».

Ahora, esa circunstancia ha cambiado. Los escolares han visto como todo ha cambiado en su vida, por lo que el personal docente también está muy preocupado sobre la influencia psicológica que puedan asumir.

Además, Estíbaliz Díaz destaca que la situación «va para largo», por lo que habrá que esperar «a que todo esto pase», mientras todos los centros escolares del Valle de Aridane permanecen en sus casas para evitar afecciones por humo o ceniza en sus respectivos colegios. «Seguramente cuando vuelva la normalidad retomarán la actividad», señala, «pero nosotros estamos bastante cerca», por lo que habrá que ver «qué pasa con estos niños». Una posible solución podría ser la recolocación de alumnos y docentes en otros centros de la Isla, «pero eso con el curso iniciado va a ser muy difícil», añade.

La maestra del colegio de La Laguna se muestra desconcertada, esa quizás sea la manera más descriptiva que encuentra para explicar las sensaciones que muchas personas afectadas viven en estos días. Y es que son muchas las viviendas devoradas por la lengua de lava en su camino hacia el mar, donde todo se ha perdido. Enseres, electrodomésticos y también la referencia para los más pequeños, quienes incluso se han quedado sin sus juguetes y sin material escolar.

Por eso, entre las peticiones de objetos y elementos de primera necesidad vinculados a la ropa o la higiene personal, también una de las madres afectadas, Lucía Hernández, se atreve a pedir «algo de material escolar». Y es que cuando salió de su casa «prefería dejar todo atrás». Para ella los recuerdos quedarán siempre en la memoria, señala, «la ropa se puede volver a adquirir». Pero atrás también quedaron los juguetes de su hija y el material escolar. A pesar de las actuales circunstancias ella insiste en la necesidad de que la niña siga con su actividad normal.

Ella espera que «cuando la cosa se tranquilice un poco», el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane «organice todo» par ayudar, pero mientras tanto, considera necesario que la solidaridad también tenga en cuenta a los más pequeños.

«Ellos también están sufriendo esto», lamenta, ya que no entienden que está sucediendo. La hija de Lucía, de ocho años, le preguntó cuál era el motivo del volcán, llegando incluso a aportarle la solución para evitar el rio de lava y tanto sufrimiento.

«Mami, ¿y si ponemos una piedra grande por dónde sale la lava?», le preguntó la pequeña. Para ellos la fuerza de la naturaleza también puede ser controlable con un simple gesto cómo ese. «Ojalá fuera de esa manera», indica Lucía.

En uno de los puntos al que han sido desplazadas muchas familias afectadas, el Pabellón Severo Rodríguez de Los Llanos de Aridane, permanece Fátima Gaspar. Ella, su marido y sus dos hijas también han perdido todo.

Fátima define a sus hijas como «más fuertes que nosotros», pero lamenta que «esto no va a ser un mes, será más largo», para lo que reclama ayuda para que ellas «no tengan este mal recuerdo». Teme que se pierda el arraigo a su barrio, que se separen de «sus amiguitos del colegio», aunque con esta situación «las dos niñas nos ayudan a nosotros a entenderla, cuando debería ser al revés».

De la misma manera opina la directora del colegio de Los Campitos, Ángeles Nieves, quien sigue muy pendiente de las noticias que le llegan sobre la infraestructura educativa entre Los Llanos de Aridane y El Paso.

Ayuda comunitaria

«Llevo un montón de años aquí», señala, «y todos somos una familia», lamenta. Además, han recibido el apoyo de toda la comunidad educativa de la Isla, estando en contacto constantemente. «Nos damos ánimos unos a otros», añade, «porque también están afectadas todas las escuelas de la zona».

Tras unas primeras noticias de la devastación de la lava que informaban que el centro había sido engullido, también recibió con esperanza alguna referencia de que una parte podía haberse salvado. Pero de poco servirá ante la situación generalizada de la zona, en la que las corrientes de lava han generado un espacio desolado, sin absolutamente nada a su alrededor.

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