La anosmia o pérdida completa del olfato es una enfermedad que, antes de la pandemia, afectaba a un 5% de la población mundial, pero su incidencia se ha multiplicado con la covid-19, ya que un 80% de los pacientes con SARS CoV-2 desarrollan esta patología.

    Esta secuela de la covid-19 se produce cuando una proteína del virus se adhiere al techo de las fosas nasales y daña las células olfatorias, han explicado a Efe especialistas de la Clínica Universidad de Navarra con motivo de la conmemoración este 27 de febrero del Día Mundial de la Anosmia. Se calcula que el primer síntoma de una de cada cinco personas infectadas de covid-19 es la pérdida de olfato y, aunque menos frecuentemente, del gusto. La mayoría tienen anosmia (pérdida completa del olfato) o hiposmia (pérdida parcial) durante la enfermedad y se recuperan espontáneamente en las primeras semanas, ya que las células olfativas tienen la capacidad de regenerarse.

    Sin embargo, hay un grupo significativo de personas que persisten con anosmia pasados más de dos meses, ha señalado Secundino Fernández, especialista del Departamento de Otorrinolaringología de la Clínica Universidad de Navarra. "El baile de cifras es importante", ha dicho, ya que solo se tiene conocimiento de la anosmia persistente en los pacientes que lo consultan al médico o que participan en encuestas. El porcentaje puede ser de hasta un 30%.

    Los pacientes que han sufrido covid, ha afirmado Fernández, sienten la anosmia como algo especialmente importante: "No lo habíamos visto nunca expresado de una manera tan dramática en personas que han perdido el olfato. En el caso de la gripe también es relativamente frecuente tener una hiposmia, pero los pacientes no lo reflejaban de una manera tan angustiosa".

    Cuando la anosmia es persistente, hay que valorar la posibilidad de hacer un 'entrenamiento olfativo'. Esta técnica consiste en darle al paciente cuatro fragancias, que están bastante estandarizadas porque pertenecen a distintas familias de olores, como frutales, alcoholes o maderas, y los va oliendo varias veces al día durante 12 semanas, mientras va anotando su experiencia en un cuaderno. Pasado este tiempo, se valora su evolución y, si la recuperación es buena pero parcial, se repite el proceso con otras cuatro fragancias. Gracias a este entrenamiento, llevado a cabo por los especialistas del Laboratorio de Pruebas Funcionales de olfatometría y gustometría del centro sanitario, aproximadamente un 50% de los pacientes recuperan tanto el olfato como el gusto.

    Pero no solo la covid es la responsable de anosmias e hiposmias. A partir de los 65 años, de manera natural también se pierde poco a poco la capacidad de oler, porque se deterioran las células olfatorias como un proceso normal de envejecimiento. También los traumas, por ejemplo en accidentes de tráfico, son los causantes de muchos casos de pérdida de olfato. Asimismo, ha destacado Fernández, los fumadores "tienen mucho menos olfato" y también hay productos de limpieza "muy agresivos" que causan problemas olfativos si la persona limpiadora no se protege con una mascarilla.

    La anosmia y la hiposmia son de hecho una enfermedad profesional muy frecuente porque está causada asimismo por los productos derivados del benceno, como pinturas o disolventes. Entre los mayores, el porcentaje de personas con pérdida de olfato es muy elevado, porque es una secuela de muchas enfermedades de tipo respiratorio, neurológico o endocrinológico y también de los propios medicamentos que se administran para tratarlas. Un adecuado diagnóstico de la anosmia y de la hiposmia es especialmente importante porque puede ser síntoma de otras enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson.

    Para conocer la relación existente entre la hiposmia y las enfermedades neurodegenerativas, se ha creado un consorcio liderado por Navarrabiomed, junto a la Clínica Universidad de Navarra, el CIMA, el Complejo Hospitalario de Navarra, ADItech Corporación Tecnológica y los laboratorios Ojer Pharma. El llamado 'estudio INNOLFACT' busca la caracterización de mecanismos moleculares olfatorios implicados en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, así como en la valoración conjunta del olfato y del sistema inmune en envejecimiento.

    Se espera que los avances puedan proporcionar biomarcadores predictivos y, en consecuencia, nuevas terapias que permitan la administración intranasal de fármacos en lugar de otras terapias convencionales por vía intravenosa.