Vivir en una sociedad esclava del estado de bienestar es una de los principales que impulsar el miedo a ser feliz, también llamado cherofobia, según ha informado la responsable del grupo de psicólogos de TherapyChat, Aída Rubio, con motivo del Día Internacional de la Felicidad.

   "Cuando la felicidad se convierte en una obligación, es posible desarrollar aversión a la felicidad. Hasta el mayor de los placeres, cuando se convierte en una obligación, pierde el atractivo. Si a esto le sumamos que el malestar debe ser ocultado bajo riesgo de no ser aceptado socialmente, se complica el dar salida sana a las emociones negativas y el objetivo de ser feliz se ve más lejano", ha detallado.

   Además, prosigue, hay personas que tienen más desarrollada cierta agresividad hacia sí mismos, se suelen exigir más responsabilidad y sentido de culpa en ellos que en los demás, y por lo tanto son más rápidos en sacar el látigo hacia sí mismos que la espada hacia otros.

   "Cuando esta tendencia se hace costumbre, podemos tener una persona tan hecha a vivir bajo su propio yugo que el sentimiento de felicidad le resulta extraño y una transgresión de sus obligaciones. Su zona de confort no contempla la felicidad", ha aseverado la experta.

   Además, y al igual que hay personas que huyen de las relaciones comprometidas con otros, por miedo a enamorarse y ser dañados, también hay quienes tienen miedo de alcanzar la felicidad y perderla. Permitirse ser feliz y buscar activamente la felicidad es un acto de amor propio, y desgraciadamente hay quienes tienen tanto miedo a no tener amor (de otros o propio) que no se permiten alcanzarlo por el riesgo a perderlo, y el vacío y dolor posteriores", ha argumentado.*

   Del mismo modo, la experta ha explicado que hay personas que tienen la desgracia de nacer y crecer en familias poco favorables para desarrollar una autoestima positiva y estable, o bien han tenido posteriores experiencias con otras personas (por ejemplo: casos de violencia de género) que les han hecho creer fervientemente que no merecen ser felices porque no lo valen.

   Todo esto provoca que las personas que tienen miedo a ser felices se alejen de aquellos que le acerquen a la felicidad e, incluso, de sí mismos. También suelen sufrir un profundo sentimiento de vacío, y falta de propósito y de meta en la vida. "Si uno no ve la posibilidad de ser feliz en esta vida, e incluso se pone la zancadilla para alcanzarla, puede llegar a plantearse qué sentido tiene vivir", ha zanjado.