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Investigación

El español que investiga en Oxford para Pfizer y que ha logrado un gran hallazgo sobre el cáncer

El bioquímico Adán Pinto trabaja en Reino Unido para la farmacéutica que creó la primera vacuna contra el covid, enfermedad en cuyo estudio también colabora

Adán Pinto, investigador asturiano en Oxford.

El asturiano Adán Pinto Fernández trabaja desde hace dos años para una de las empresas farmacéuticas del momento: Pfizer, la creadora de la primera vacuna contra el covid. Aunque ha aportado también su granito de arena en la investigación sobre el virus, el bioquímico ovetense se dedica al estudio del cáncer en la Universidad de Oxford y, más en concreto, “al análisis de proteínas”. Recientemente, ha demostrado que suprimiendo una proteína –llamada USP18–, las células cancerígenas que el sistema inmune no detecta se vuelven visibles. El hallazgo, dice Pinto, “hace muy interesante esta proteína, en el contexto de la inmunoterapia para el tratamiento de tumores”. “Quiero seguir con esta línea de trabajo y convertirme en jefe de grupo”, afirma.

Ahora, Adán Pinto Fernández forma parte del laboratorio que lidera el profesor Benedikt Kessler en la Universidad de Oxford. A este equipo se incorporó en 2016 tras recibir una oferta “irrenunciable”. Entonces, estaba en Bruselas, donde estuvo involucrado en estudios que usaban el metabolismo de las células cancerosas –distinto del de las células sanas– como diana para atacar la enfermedad, desarrollando nuevos fármacos. En Oxford, cuenta, ha aprendido a utilizar una herramienta “muy potente”: la espectometría de masas, en la que su universidad es, además, referente mundial. Eso ha llevado a que parte de su grupo –son más de una docena de científicos– haya tenido que participar en el análisis de plasma de pacientes infectados por el coronavirus.

“Gracias a estar en un laboratorio tan bueno he podido colaborar con científicos muy importantes y también con compañías farmacéuticas como Pfizer, Bayer o Incyte. Y, en consecuencia, publicar en revistas de alto impacto como ‘Nature’, ‘Nature Communications’, ‘British Journal of Cancer’ o ‘Cancer Research’”, señala Pinto. Precisamente, su última investigación salió publicada en una de ellas, en “British Journal of Cancer”, y son los resultados de un proyecto iniciado a finales de 2018.

“Utilizamos modelos celulares para estudiar cómo la proteína USP18 altera la composición del proteoma (la totalidad de proteínas expresadas en una célula) en células cancerosas”, indica el asturiano, que continúa con su explicación. “El análisis del proteoma de células que no expresan USP18 reveló funciones de esta proteína en la presentación de antígenos por parte de la célula cancerosa. Y experimentos con linfocitos T demostraron que, en efecto, suprimir USP18 hace a las células cancerosas más visibles para el sistema inmune, provocando una mayor activación de los linfocitos T”, abunda.  

“La competencia en el Reino Unido es muy alta; si mi jefe no produce, buscan a otro”, afirma

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Adán Pinto reconoce que el estudio del cáncer desde la óptica de las proteínas “presenta limitaciones técnicas y no es tan potente como la secuenciación del genoma o del transcriptoma”, pero se trata de una línea de investigación que “cada vez se está desarrollando más”. Entre otras razones, porque “desde que se expresa el gen hasta que se convierte en proteína pueden pasar muchas cosas”, y eso es algo que se le escapa a la secuenciación.

A raíz de la pandemia y del estudio de la proteína USP18, el asturiano también ha participado en un trabajo que demuestra que USP18 tiene funciones similares a PLpro, una proteína que expresa el virus SARS-CoV-2 (covid). “Digamos que el virus covid codifica una proteína que tiene las mismas funciones que la que investigo yo. Entonces, lo que estudiamos es la posible relación entre ambas”, detalla.

Un talento fugado

El bioquímico Adán Pinto, de 42 años, es uno de los muchos cerebros fugados que tiene Asturias. Nació en Oviedo, aunque su familia es de Teverga y Proaza y fue en este último concejo donde vivió varios años. Luego se mudó a Grado y posteriormente a Avilés. Estudió Bioquímica en la Universidad de Oviedo, consiguiendo el premio fin de carrera al mejor expediente en 2005, y trabajó su último año de becario en el laboratorio del profesor Pedro Sánchez-Lazo. Posteriormente, cursó sus estudios de doctorado en la Universidad de Cantabria, en el laboratorio de Piero Crespo, y de ahí dio el salto al extranjero. En concreto, a la Universidad Católica de Lovaina (UCLouvain), en Bruselas, donde estuvo cinco años. Después, llegó la oportunidad de Oxford, de donde, por el momento, no se moverá.

“Claro que me gustaría volver a Asturias, pero el nivel y las oportunidades que tengo en el Reino Unido no creo que las pueda tener en el Principado. Mismamente tengo que hacer un experimento con linfoncitos T y dispongo de expertos mundiales aquí al lado. La competitividad es muy alta. Por ejemplo, mi jefe no tiene un puesto fijo; si no produces ciencias de calidad, buscan a otro...”, reflexiona Pinto. Además, agrega, “en Oxford tenemos acceso a equipos y tecnología de última generación”. Buena prueba es el desarrollo de la vacuna de Oxford-AstraZeneca.

A pesar de todo ello, apunta el asturiano, en la Universidad de Oviedo hay grandes científicos como Carlos López Otín, que demuestran que desde Asturias “se puede hacer también ciencia de gran calidad”. Hay una razón más por la que el bioquímico rechazaría volver por ahora a “casa”. “Soy padre soltero y no estoy dispuesto a anteponer otras cosas a pasar tiempo con mi hijo, que es mi mejor experimento. A lo mejor algún día tengo la oportunidad de regresar. Nunca se sabe. La puerta siempre estará abierta porque ahí está mi casa”, concluye. 

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