La dosis de refuerzo para pacientes inmunodeprimidos severos parece inminente y goza del consenso de los expertos, que, sin embargo, avisan de que generalizarla a toda la población, cuando la mayor parte del planeta aún no ha recibido un pinchazo, tendría consecuencias por las que podríamos pagar.

En España, que aspira a tener esta semana al 70% de su población vacunada, quedan todavía 2,2 millones de mayores de 40 años por inmunizar; una de cada cuatro personas de entre 30 y 39 y de entre 20 y 29 no han iniciado la pauta; los adolescentes apenas acaban de empezarla; y solo el 22% tiene las dos dosis.

Así, lo principal ahora es acabar de inmunizar a toda esta población, señalan a Efe Eva Martínez-Cáceres, vicepresidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), y Julián Domínguez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph). "Se puede morir de éxito vacunando con tres dosis y teniendo zonas del mundo en las que, por no vacunarlas, se genere una variante o tasas altísimas que nos provoquen un escenario nuevo; intentar revacunar a toda la población con una dosis adicional, que no parece razonable, se puede pagar", avisa el jefe de Medicina Intensiva del Hospital Universitario de Ceuta, Julián Domínguez.

"Primero se tienen que dar las dos dosis a todo el mundo, no solo en España, y aquí acabar (la vacunación), que vamos muy bien, pero entre 30 y 60 años aún faltan muchas personas por vacunar. Es lo único que ha demostrado que puede mejorar esta situación", redunda la jefa de Inmunología del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, Eva Martínez-Cáceres.

Personas de riesgo

Israel comenzó a aplicar la tercera dosis a finales de julio a personas inmunodeprimidas y mayores de 60 años y el domingo anunció que la extenderá a todos los mayores de 12 años; Estados Unidos pretende empezar a dársela a los mayores de 18 años a partir del 20 de septiembre.

En nuestro país, la ponencia de vacunas lleva desde julio trabajando en un posicionamiento que se espera conocer a lo largo de esta semana; la propuesta tendrá que ser elevada después a la Comisión de Salud Pública antes de ser refrendada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Así lo avanzó el pasado miércoles la ministra de Sanidad, Carolina Darias, quien deslizó que "empieza a surgir un consenso en ciertos colectivos concretos" a los que destinar esta dosis de refuerzo, como personas con inmunodepresión.

No obstante, la ministra aguarda a conocer la postura de los técnicos de la ponencia; Sanidad también está a la espera de los resultados de los ensayos clínicos de los laboratorios, así como de la "evidencia real, los estudios observacionales". Y también se está pendiente del criterio de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que se esperaba conocer la semana pasada, aunque, como indicó a Efe una fuente de este organismo el pasado miércoles, "aún no se ha determinado cuándo podría ser necesaria una dosis de refuerzo" ni tampoco "en qué poblaciones habría que centrarse".

Con todo, Darias dejó claro que la decisión final en nuestro país será de las autoridades sanitarias, que siempre adoptarán de la mano de la evidencia científica.

Estudios de inmunidad

Domínguez comparte que esa tercera dosis "sería razonable en personas inmunodeprimidas severas". En este caso, "más que una estrategia vacunal, es un tratamiento específico a personas con problemas específicos".

Una de las cuestiones a dilucidar es si se hará un estudio previo de inmunidad: "Eso habrá que verlo" aunque, matiza el experto, "es mucho más fácil vacunar a ciegas". "Depende de la población diana a la que nos enfrentemos. Si es muy grande y estuviéramos hablando de todos los mayores -argumenta-, es más eficiente poner una dosis adicional en lugar de hacer serologías, que lo complicaría más. Esos estudios adicionales de serología y de inmunidad celular son para casos muy específicos de inmunodeprimidos severos". Hacerlos desde el punto de vista poblacional "no es razonable, como no hacemos serologías a niños ni adultos en los calendarios vacunales, porque no es eficiente".

Desde la SEI, por su parte, han pedido desde el principio estudiar la respuesta inmunitaria generada en los pacientes que han superado la enfermedad, en residencias de ancianos, cuidadores y en los profesionales sanitarios. "Interesa que se analice no solo la respuesta serológica, sino también celular", explica. Esto es debido a que hay personas que "a lo mejor tienen pocos anticuerpos, pero tienen células de memoria que indican que, cuando se vuelvan a contagiar con el virus, van a poder generar anticuerpos otra vez. Lo importante es tener células memoria ya entrenadas para poder contestar rápidamente cuando nos volvamos a infectar".

Pero, ¿es eso viable? "Masivamente, sobre todo los estudios celulares, no, porque los tienen que hacer laboratorios especializados de inmunología; sin embargo, los estudios de respuesta de anticuerpos, los llamados serológicos, son más fáciles de hacer, y se podría empezar por los grupos de riesgo: pacientes con inmunodeficiencia, con tratamientos inmunosupresores y personas de más edad".

Analizar la respuesta inmunitaria es esencial, porque, "por ejemplo, dentro de los pacientes trasplantados hay un 50% que ofrecen una buena respuesta. Se trata de no ir a ciegas, sino de saber, dentro de los grupos de riesgo, cuáles no han hecho una buena respuesta inmunitaria".

Toca "afinar"

En este sentido, aplaude el estudio que pondrá en marcha en septiembre el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) para medir la inmunidad de personas mayores: el ENE-COVID Senior se realizará en residencias con el objetivo de investigar si la respuesta en este colectivo y en los trabajadores de estos centros es distinta a la de otros grupos.

Así, en la investigación se obtendrán y analizarán muestras biológicas de los participantes en diferentes momentos a lo largo del tiempo para reunir información lo más consistente posible, permitiendo además realizar análisis de seroneutralización frente a nuevas variantes virales que puedan surgir en el futuro. Con la colaboración de diversos agentes vinculados con la atención sociosanitaria de personas mayores, permitirá determinar la duración de la inmunidad en estas personas en un escenario de vida real, así como hacer comparaciones directas con la inmunidad obtenida en otras poblaciones incluidas en el estudio ENECOVID.

"Es lo lógico", valora la experta. "Primero fue la vacunación masiva, pero ahora hay que afinar y ver realmente qué personas responden. La mayor parte de la población tiene una buena respuesta y a estos no hace falta revacunarlos". En general, "la gente no tiene una alteración del sistema inmunitario y la que está vacunada seguro que tiene anticuerpos, porque hay muchísimos trabajos que lo demuestran".

Las inmunodeprimidas y las personas muy mayores (sobre todo, las que superan los 80 años), que por el fenómeno de la inmunosenescencia (deterioro del sistema inmune provocado con el aumento de la edad), responden peor, pero "no solo a la covid, sino a todo". E insiste: "Acabemos con las dos dosis en España y en todo el mundo. En nuestro caso las de refuerzo serán para estos pacientes de riesgo que no hayan hecho una buena respuesta vacunal, pero no hagamos un tema general de la tercera dosis. No hay que sobrevacunar como están haciendo algunos países o pretenden hacer", zanja.