Relegado cada vez más por su escasez a cestos recónditos en fruterías y verdulerías, parece que ya la única opción posible de consumir este superalimento es seco. De forma que las nuevas generaciones se pierden saborear quizá la fruta más dulce. Pero fresco o deshidratado, el higo encierra tal potencial energético que es merecedor de estar en la dieta de un atleta de élite.

Hasta hace unos pocos años, el higo podía tomarse con cierta asiduidad en Canarias, donde hay constancia de que ya la tomaban los antiguos canarios antes de la Conquista por los españoles. En cambio, ahora prácticamente hay que ir a buscarla a los estantes de los frutos secos en tiendas y supermercados. También se puede encontrar en los mercadillos rurales y estamos en temporada. Desde julio a finales de septiembre se puede comer higos frescos en el Archipiélago canario.

Lástima que escaseen, porque el higo es una de las frutas que desde el punto de vista nutritivo resulta bastante completa. Unas 70 calorías por pieza entrañan el más acusado valor de este fruto: un poder energético que pocos alimentos de este grupo pueden aportar y que lo convierten en un superalimento en toda regla.

Además, ofrece escasas proteínas y casi nada de sustancia grasa, por lo que los azúcares reinan en su carne. Así pues, es especialmente recomendable para quienes necesitan un aporte energético importante. Por la misma razón, está descartado de la dieta de los diabéticos, quienes no deben consumirlos ni frescos ni secos.

Higos frescos y secos Petr Kratochvil / PublicDomainPictures

Tanto secos como frescos, los higos tienen las mismas calorías. La deshidratación conserva los azúcares y la proporción del resto de nutrientes es prácticamente similar. Lo que puede ocurrir es que la diferencia de tamaño, porque el seco es más pequeño, anime a consumir más piezas. Y de ahí que puedan multiplicarse, también, las calorías que ingresamos en nuestro cuerpo cuando comemos higos secos.

Junto a su potencial de azúcar, el higo atesora otra notable cualidad: es una fuente notable de calcio. Fuera del grupo de los lácteos, muy pocos alimentos aportan más de ese nutriente.

Y entre las frutas, también es escaso ese mineral. La papaya es otra fruta que tiene un aporte interesante en calcio. Por esto, entre otras vitaminas y minerales, la papaya es considerada un superalimento.

Para completar el abanico de componentes interesantes para el organismo en el higo, hay que destacar la presencia de fibra, una cantidad moderada de provitamina A, de acción antioxidante, y minerales como el potasio y el magnesio.

Además del fruto, la hoja de la higuera es utilizada en la cocina de algunas culturas mediterráneas, como la griega. Tiene poquísimas calorías y algunos estudios han avanzado que su consumo implica virtudes digestivas para el organismo.

Intransferible en Atenas

La higuera y su fruto son quizá la primera fruta conocida por el hombre. En la cultura griega el higo era muy apreciado. De hecho, los antiguos helenos lo tenían como un alimento preponderante en su dieta.

De tal forma que los atletas lo consumían habitualmente para conseguir sus progresos deportivos, sobre todo cuando se acercaban y se celebraban los juegos olímpicos. Esa suerte de veneración de los griegos provocó medidas como, por ejemplo, la declaración de esta fruta como no exportable en Atenas para garantizar las existencias.

Como todo objeto de culto, desde la antigüedad el higo está rodeado de mitos. Uno de ellos le atribuye la condición de afrodisiaco. Aunque eso es algo difícil de demostrar, el efecto psicológico no hay quien se lo quite.