La aspirina tiene como principal principio activo al ácido acetilsalicílico. Este popular medicamento se agrupa dentro de los AINE, o antiinflamatorios no esteroides. El uso de la aspirina tiene como objetivo aliviar dolores ocasionales leves o moderados: de cabeza, dentales, menstruales, musculares o para hacer frente a episodios de fiebre en adultos y personas mayores de 16 años.

El ácido acetilsalicílico se obtiene del sauce blanco, un árbol perteneciente a la familia de las salicáceas. La corteza de este sauce contiene salicina, la sustancia amarga de la que se extrae el ácido salicílico.

No obstante, desde principios del siglo XX ya fue posible sintetizar ácido acetilsalicílico en laboratorios, lo que sirvió de impulso para la difusión del medicamento. En los inicios las dosis eran de 500 mg y se prescribía con fines antiinflamatorios, antipiréticos y analgésicos. Décadas más tarde, a mediados de siglo, se comprobó que las dosis de 100 y 300 mg también ofrecían un buen resultado terapéutico.

En la actualidad se administra en estas tres dosis, pero tras el descubrimiento de otros fármacos, como el Paracetamol, el consumo de aspirina ha descendido.

¿Cuáles son los efectos secundarios de la aspirina?

La aspirina genera un aumento del sangrado, es lesiva a nivel gastrointestinal y puede ocasionar el síndrome de Reye. Este se caracteriza por provocar un daño cerebral súbito y problemas hepáticos.

No obstante, desde principios del siglo XX ya fue posible sintetizar ácido acetilsalicílico en laboratorios, lo que sirvió de impulso para la difusión del medicamento. En los inicios las dosis eran de 500 mg y se prescribía con fines antiinflamatorios, antipiréticos y analgésicos. Décadas más tarde, a mediados de siglo, se comprobó que las dosis de 100 y 300 mg también ofrecían un buen resultado terapéutico.

En la actualidad se administra en estas tres dosis, pero tras el descubrimiento de otros fármacos, como el Paracetamol, el consumo de aspirina ha descendido.

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