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Así nació la bebida que hoy tomamos en terrazas: este es el origen medicinal del cóctel más británico

El doctor René de Lamar rescata el origen y remedio contra la malaria de esta combinación que hoy bebemos

Origen Gin Tonic

Origen Gin Tonic / LP/DLP

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

En algún punto del siglo XIX, bajo un sol implacable y en medio de la vegetación densa de la India colonial, un grupo de soldados británicos encontró consuelo en una bebida inesperada. No se trataba de un lujo ni de una moda, era medicina. La quinina, sustancia amarga extraída de la corteza del árbol de la quina, era el tratamiento más eficaz conocido para prevenir la malaria. Pero aquel líquido amargo necesitaba algo más para ser tolerado. Así nació el gin-tonic y con él, una historia donde el sabor se une con la necesidad, y el placer con la salud.

Más de dos siglos después, el cóctel con raíces farmacéuticas se sirve decorado con rodajas de lima, bayas o pepino, y se pide en bares de diseño con una familiaridad que oculta su pasado. El doctor René de Lamar (@renedelamar_geriatria) lo recuerda en su cuenta: “Nació en el siglo XIX, cuando los soldados británicos en la India mezclaban ginebra con agua tónica para hacer más agradable el sabor de la quinina, usada contra la malaria. De remedio a clásico de la coctelería”.

Un remedio que conquistó

La malaria, una de las enfermedades más temidas de la época, causaba fiebre alta, fatiga y graves consecuencias si no era tratada. Para los británicos desplazados al subcontinente indio, el uso de quinina era vital. El problema era que tenía un sabor extremadamente amargo.

El ingenio hizo el resto. Mezclaron la quinina diluida con agua carbonatada, le añadieron azúcar, unas gotas de limón y ginebra, no solo para suavizar el gusto sino también para levantar el ánimo. El resultado fue una bebida funcional y sorprendentemente deliciosa.

Tanqueray reivindica la sencillez del gin tonic con su nuevo premix

Tanqueray reivindica la sencillez del gin tonic con su nuevo premix / LP/DLP

Fue Jacob Schweppe, químico suizo afincado en Londres, quien transformó el compuesto medicinal en una bebida más amable: la tónica. Su invención revolucionó el modo en que se tomaba la quinina y abrió el camino a la popularización del cóctel más elegante de la historia británica.

De la India a Londres

En la segunda mitad del siglo XIX, el gin-tonic ya no era exclusivo del trópico. Con la mejora de su sabor gracias a las tónicas carbonatadas, y con la ginebra ya consolidada como licor estrella en Reino Unido, la mezcla comenzó a servirse en los clubes de caballeros, las recepciones diplomáticas y las cenas de gala.

Había nacido la era dorada del gin-tonic en Londres. Se convirtió en una bebida social, en un símbolo de sofisticación, en una excusa perfecta para prolongar las noches.

Lo que pocos saben es que la inclusión del limón en la receta original no solo era por su sabor refrescante: también ayudaba a prevenir el escorbuto, una enfermedad por déficit de vitamina C. Así lo explica también René de Lamar: “Añadían la quinina diluida en tónica, ginebra y limón para prevenir el déficit de vitamina C”. El cóctel era una fórmula médica improvisada pero efectiva.

El siglo XXI lo reinventa

Hoy en día, el gin-tonic ha dejado atrás su función terapéutica, pero no su carácter versátil. Existen ginebras infusionadas con cítricos, hierbas, flores y especias. Las tónicas vienen con sabores de lavanda, hibisco o jengibre y las presentaciones alcanzan el nivel de obras de arte: copas balón, cubitos translúcidos, perfumados con aroma a jazmín o a romero.

Esa reinvención ha permitido que el gin-tonic se adapte a todos los públicos y ocasiones, manteniendo su esencia pero explorando nuevas fronteras de sabor. De la medicina a la mixología, el viaje del gin-tonic es un ejemplo de cómo la necesidad puede dar paso al placer.

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