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PSICOLOGÍA

No es falta de deseo ni disfunción: esto es lo que realmente bloquea a muchos hombres en las relaciones sexuales

Silencio, presión, miedo a fallar y una educación emocional inexistente

La educación sexual en los hombres afecta a su autoestima

La educación sexual en los hombres afecta a su autoestima / LP/DLP

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Durante mucho tiempo pensaste que solo eran nervios, quizá el estrés, el trabajo, el cansancio o incluso tu pareja. Te convenciste de que era algo pasajero, un mal momento, cualquier cosa menos tú. Pero, con el tiempo, te diste cuenta de que algo no iba bien. No porque no pudieras, sino porque habías dejado de sentir: el deseo se desvanecía, la calma se convertía en tensión y el placer ya no estaba. Solo quedaban la presión y el miedo.

Ese silencio se fue instalando, día tras día, hasta pesar como una carga invisible que arrastrabas cada vez que te acercabas a la intimidad. Y cuando por fin te atreviste a ponerlo en palabras, ya no era un nudo en el cuerpo, sino en la mente.

“La mayoría de hombres llegan aquí después de mucho tiempo de lucha interna”, explica Guillermo Ruiz, psicólogo especializado en sexualidad masculina de la clínica The Test, en Las Palmas de Gran Canaria. “Y no llegan porque no puedan. Llegan porque ya no saben qué más hacer”.

El bloqueo del hombre que calla

Hablar de sexo, para muchos hombres, siempre fue un terreno de juego. Un espacio donde presumir, competir, mostrarse fuerte. Nunca un lugar donde reconocer el miedo. “Al hombre no se le ha enseñado a expresar emociones”, explica el psicólogo. “Y mucho menos a hablar de sexualidad. Se le educó para rendir”.

Cuando se combinan estos dos factores, la cultura del silencio y la presión por el rendimiento, lo habitual es buscar culpables fuera durante años: la pareja, el estrés, el cansancio, pero el problema permanece y, en muchos casos, se agrava. “A veces han pasado años sin relaciones sexuales. Años en los que se ha evitado el miedo al fallo”, añade Ruiz.

Guillermo Ruíz, psicólogo especializado en sexualidad masculina

Guillermo Ruíz, psicólogo especializado en sexualidad masculina / LP/DLP

Lo que muchos desconocen es que la respuesta sexual masculina depende directamente del sistema nervioso central. Y este responde, esencialmente, a dos señales: placer o amenaza. “Cuando un hombre anticipa el fallo o teme no estar a la altura, activa su sistema simpático. Es decir, su cuerpo se prepara para huir, no para excitarse”.

Este estado de alerta bloquea los mecanismos fisiológicos que permiten la erección, el deseo y el control del estímulo sexual “No estamos ante una enfermedad, sino ante una forma disfuncional de afrontar la situación sexual y esa actitud lo cambia todo”.

El cuerpo necesita seguridad y calma para excitarse, pero si la mente anticipa el fracaso, exige rendir o revive experiencias negativas, todo el sistema se bloquea.“La relajación es la base de la excitación. Sin ella, no hay deseo ni respuesta ni placer”.

Una carga invisible que muchos sienten

Este estado de tensión constante lo que se conoce como “modo simpático” es el enemigo invisible del deseo masculino. “No es que tengas un problema físico. Es que tu cuerpo se está defendiendo de ti mismo”.

En consulta, Ruiz ve a diario hombres con historias marcadas por inseguridades, autoexigencia, miedo al juicio y años de silencio. “Muchos han evitado la intimidad durante años porque están convencidos de que no van a funcionar. Esa creencia, por sí sola, ya sostiene el bloqueo”.

Entre los disparadores más comunes: el miedo a decepcionar, la comparación con modelos imposibles de la pornografía, la presión de “ser siempre el que puede”. “Siempre se ha hablado del sexo masculino desde el rendimiento, no desde el sentir y esa es una mochila que pesa demasiado”.

Reaprender a disfrutar

A diferencia de una terapia convencional, el abordaje de la sexualidad masculina se basa en entrenamiento, educación emocional y herramientas prácticas. “En muchos casos trabajamos la historia vital, pero en otros se trata simplemente de reeducar la mente para reconectar con el placer”.

Una de las técnicas más utilizadas es el “placedeado”, donde el objetivo no es alcanzar la penetración, sino reconstruir la experiencia sexual desde la calma y el disfrute.“Queremos que el paciente vuelva a disfrutar sin expectativas, sin miedo, sin presión. Porque cuando recupera la tranquilidad, el cuerpo vuelve a responder”.

En casos de eyaculación precoz, se trabaja el control fisiológico con técnicas como la parada y arranque, además de ejercicios en pareja. “Poco a poco, el control sustituye al miedo”.

El enemigo invisible: creencias, porno y exigencia

Uno de los disparadores más comunes es la imagen del “hombre perfecto en la cama siempre disponible, deseante y potente" que alimenta frustraciones y bloqueos. “Las ideas que muchos tienen del sexo vienen del porno y de la presión social. Y eso genera una frustración constante”.

A ello se suman inseguridades físicas, la necesidad de complacer incluso sin deseo y la falsa creencia de que fallar equivale a no valer. “Hay hombres que no se permiten parar, que sienten que deben hacerlo todo aunque no les apetezca, aunque estén rotos por dentro”.

Cuando no es solo cosa de uno

Los efectos de estos bloqueos también impactan en la pareja. “Muchas veces, la mujer siente que es culpa suya. Cree que ya no atrae a su pareja y eso añade aún más presión”. Por eso, en algunos casos, se recomienda que la pareja participe en el proceso terapéutico. “Cuando ambos entienden el origen del problema y colaboran, suele haber un cambio muy significativo”.

Ruiz insiste en que el objetivo final no es volver a “cumplir”, sino disfrutar sin miedo, sin exigencias externas y sin etiquetas. “La masculinidad no debería medirse por la duración de una erección. Debería medirse por la capacidad de conectar, comunicar y vivir la sexualidad sin miedo”.

Uno de los despachos de la Clínica Salud Sexual Masculina The Test, en Las Palmas De Gran Canaria

Uno de los despachos de la Clínica Salud Sexual Masculina The Test, en Las Palmas De Gran Canaria / The Test

¿Y cuándo hay que preocuparse?

No existe un cronómetro, ni una fecha límite, pero sí señales. “Si el problema persiste, si afecta a tu bienestar o a tu vida íntima, es razón suficiente para buscar ayuda”, asegura Ruiz. “El error más frecuente es esperar creyendo que ya pasará”.

“Una vez que el hombre se permite hablar de lo que le pasa, ya ha dado el primer paso para sanar” y tratar de reconstruir una forma de vivir el placer, de entender el cuerpo y de relacionarse sin miedo.

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