¿No duermes bien? Estos nueve trucos pueden salvar tu corazón, según la cardióloga Angélica Figueroa
La doctora comparte las mejores estrategias para dormir bien y proteger tu salud cardiovascular

Nueve trucos para dormir mejor / LP/DLP

Dormir mal no es solo cuestión de cansancio. Es un hábito que, con el tiempo, puede dañar silenciosamente tu corazón. Lo advierte la cardióloga Angélica Figueroa, quien ha viralizado en redes una serie de consejos para mejorar el sueño y, con él, cuidar la salud cardiovascular.
“Dormir bien no solo es descansar”, resume la especialista. Es, en realidad, una necesidad fisiológica tan importante como alimentarse o respirar.
Según Figueroa, basta con una sola noche de menos de cinco horas para que la presión arterial se dispare hasta 15 mmHg. Pero eso no es todo, ya que el déficit de sueño también se asocia al aumento de peso, la resistencia a la insulina, el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, arritmias cardíacas e incluso infartos. Por lo que dormir poco o mal desregula todo tu cuerpo.
El sueño como medicina preventiva
No hay atajos porque dormir bien implica regular los ritmos biológicos, dejar espacio para que el cuerpo repare y respetar ese tiempo como una parte esencial de la salud integral. "Dormir bien es igual de importante para tu corazón que hacer ejercicio o comer sano”, insiste Figueroa.
Por eso, comparte una guía práctica de nueve hábitos que pueden marcar la diferencia:
- Mantén horarios regulares: a tu cuerpo le gusta la rutina y se regula mejor con ella.
- Apaga las pantallas al menos una hora antes de dormir. La luz azul de los móviles, tabletas o televisores interfiere con la producción de melatonina, la hormona natural del sueño.
- Relájate con música suave o lectura: si puede ser en papel, mejor. El objetivo es desconectar poco a poco.
- Evita cafeína, alcohol y otros estimulantes a partir de las tres o cuatro de la tarde.
- Cenar pronto y ligero: idealmente dos o tres horas antes de acostarte, para facilitar la digestión y evitar molestias nocturnas.
- Haz ejercicio durante el día, pero no justo antes de dormir. La activación física tardía puede dificultar la conciliación del sueño.
- Cuida el ambiente del dormitorio: que esté fresco, oscuro y silencioso. La temperatura ideal ronda los 18-20 °C.
- Usa la cama solo para dormir: no para trabajar, ver series ni hacer otras actividades.
- Si no logras dormir, sal de la cama: ir a otra habitación y hacer una actividad relajante ayuda a romper el ciclo de ansiedad.
Suplementos, solo si es necesario
Si aun con todo eso el sueño no llega, Figueroa reconoce que algunos suplementos naturales pueden ayudar, siempre bajo supervisión médica.
Entre ellos menciona la melatonina, el magnesio en forma de citrato o bisglicinato, e incluso la ashwagandha, una planta adaptógena con propiedades ansiolíticas. Pero insiste: “Ningún suplemento sustituye una buena higiene del sueño”.

Desconectar los dispositivos electrónicos para dormir mejor / LP/DLP
Dormir bien es salud pública
La falta de sueño se ha convertido en un problema global. En países como Estados Unidos, más de 70 millones de personas padecen trastornos del sueño, desde insomnio hasta apnea, según el National Institutes of Health. Y los efectos son mucho más profundos de lo que parece: el sueño influye en el equilibrio energético y molecular, la concentración, el estado de ánimo y el sistema inmune.
Además, dormir poco daña la corteza prefrontal, la zona del cerebro encargada de la toma de decisiones, la memoria y la atención.
A largo plazo, esto afecta desde el rendimiento laboral hasta las relaciones personales. “Perdemos la capacidad de razonar bien y nos volvemos más reactivos emocionalmente”, explican los expertos.
¿Por qué cuesta tanto dormir bien?
Las causas de la falta de sueño son múltiples. A menudo, se combinan el estrés, los horarios extendidos, el uso excesivo de pantallas, las preocupaciones personales o laborales y las condiciones del entorno (ruido, luz, temperatura).
También pueden influir enfermedades crónicas, efectos secundarios de medicamentos o trastornos de salud mental como la ansiedad y la depresión.
Incluso el miedo a no dormir puede generar insomnio. Es el llamado “estrés por dormir”: después de varias noches malas, el simple hecho de acostarse genera ansiedad anticipatoria. Romper ese ciclo es posible, pero requiere conciencia, paciencia y constancia.
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