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"Es alucinante cómo se adapta y reestructura ante las diferentes situaciones": así es como cambia el cerebro cuando una mujer se queda embarazada

La divulgadora de neurociencia y psicología Raquel Mascaraque desvela cómo la maternidad reorganiza la mente, según revelan estudios recientes sobre neuroplasticidad

El cerebro de una embarazada cambia

El cerebro de una embarazada cambia / LP/DLP

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Nadie lo ve, pero sucede. Mientras el cuerpo comienza a hincharse y el calendario anota semanas y ecografías, algo más profundo, invisible y silencioso se transforma en el interior de nuestro cuerpo. El cerebro de la mujer embarazada también cambia y lo hace con una precisión que asombra incluso a quienes lo estudian.

Raquel Mascaraque, divulgadora de neurociencia y psicología, lo resume con admiración en su canal de TikTok (@raquelmascaraque): “Lo alucinante del embarazo es cómo el cerebro se adapta a lo que viene, cómo cambia en tiempo real”.

No se trata de una metáfora emocional, sino una transformación física, medible y documentada. Un reordenamiento radical que redefine la forma en que la mente piensa, siente y reacciona.

Todo comenzó con el caso de Liz Chrastil, una neurobióloga de 38 años que decidió convertir su maternidad en experimento científico. Desde tres semanas antes de quedarse embarazada por fecundación in vitro, se sometió a un total de 26 resonancias magnéticas durante más de dos años.

Liz Chrastil

Liz Chrastil / Business Insider

Lo que registró ese seguimiento es un hito en la historia de la ciencia del embarazo, puesto que, por primera vez, se observó cómo el cerebro cambia en cada etapa del proceso.

Una de las sorpresas más grandes fue descubrir que la materia gris se reducía, especialmente en zonas vinculadas al control ejecutivo, la memoria y la atención.

También el volumen total del cerebro disminuía durante la gestación. Pero lejos de ser una pérdida, lo que ocurría era una reorganización estratégica. Las funciones cerebrales no se apagaban, sino que se redistribuían.

“Al mismo tiempo que la materia gris se reducía, la materia blanca mejoraba”, explica Mascaraque. Esa mejora supone una mayor conectividad entre regiones del cerebro, una especie de optimización de la red neuronal para actuar con más rapidez y eficacia ante los nuevos desafíos. La mente se prepara para acoger otra vida, y lo hace aligerándose por dentro.

Durante el embarazo, las hormonas alcanzan picos inéditos. Estrógenos y progesterona se disparan para sostener el desarrollo del feto, pero caen en picado tras el parto. Ese descenso drástico también altera la química cerebral y está relacionado con trastornos como la depresión posparto.

Pero hay algo asombroso en todo ello porque el cerebro materno no se rompe, sino que se reestructura. Las áreas dedicadas al sueño, la regulación emocional, la motivación y la temperatura corporal se refuerzan. Se activan zonas que antes apenas trabajaban, porque la vida lo exige.

“El cuerpo y el cerebro de la mujer cambian de forma brutal y, sin embargo, durante siglos apenas se ha estudiado”, recuerda Raquel Mascaraque. Su vídeo, viral en redes, ha puesto palabras a una realidad silenciada, ya que la maternidad también es un viaje cerebral.

Estudios recientes han confirmado que el tamaño del cerebro puede reducirse hasta un 7 % durante el embarazo, sin que eso implique una pérdida de neuronas. Es una transformación funcional, un repliegue que prepara al cuerpo para lo que viene. Y que, poco a poco, se va recuperando después del parto.

En palabras de Mascaraque, “es alucinante entender cómo el cerebro se puede adaptar y reestructurar de forma tan significativa ante las situaciones vitales que nos tocan vivir”. Porque la maternidad no solo cambia el cuerpo ni la agenda, sino también la mente.

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