La fiebre se presenta para ayudarnos a activar las defensas de nuestro cuerpo. Por tanto, es síntoma de que un proceso, probablemente infeccioso, está teniendo lugar. La fiebre se produce como una alteración del nivel normal de temperatura regulado por un núcleo cerebral que se llama hipotálamo. Ante una infección, unas células dedicadas a la inmunidad producen unas sustancias denominadas citoquinas, que a su vez generan prostaglandinas, que actúan sobre el centro regulador y aumentan el nivel de temperatura.

“Lo más frecuente es que la fiebre se produzca debido a infecciones víricas y, con menos frecuencia, a infecciones bacterianas. Cuando son fiebres muy prolongadas, hay que pensar también en otros procesos sistémicos, aunque esto ya es mucho menos frecuente”, explica la doctora Marta Balart, pediatra de Clínica Corachan.

Se considera tener fiebre al aumento de la temperatura del cuerpo por encima de 38ºC (tomada en la zona axilar) o 38.5ºC en el área rectal. A la temperatura que se mantiene entre los 37 y los 38ºC (axilar) la llamamos febrícula.

La edad es un factor básico a considerar ante un niño febril. La determinación de fiebre no tiene la misma importancia en un recién nacido, un bebé de pocos meses, un niño o niña de 5 o 10 años, o bien en un adolescente. La probabilidad de presentar una infección bacteriana grave es mayor en niños menores de 3 meses (2‐3 %) y sobre todo, en menores de 1 mes (1 de cada 8), porque rápidamente pueden generalizar infecciones que al inicio del proceso febril están más localizadas.

El riesgo disminuye entre los 3 y los 36 meses. A partir de esa edad es muy raro que una infección bacteriana grave se manifieste sin síntomas locales. Por tanto, los niños menores de 3 meses con fiebre, deben ser llevados a un centro sanitario donde se les hará la valoración clínica. Con frecuencia requieren exploraciones complementarias, como analíticas de sangre y de orina.

Fiebre en escolares y adolescentes

En niños en edad escolar, las infecciones suelen ser más focalizadas en alguno de los sistemas orgánicos, como el respiratorio y el gastrointestinal, que son los más frecuentemente afectados.

El paciente adolescente, cuyo sistema inmune es más maduro, suele enfermar con menos frecuencia y, si lo hace, suele ser por procesos infecciosos focales, es decir, localizados por ejemplo en forma de faringomigdalitis o adenitis. En algunas ocasiones tienen procesos febriles prolongados, de más de una semana con fiebre, que requieren también algún estudio, para descartar por ejemplo una mononucleosis infecciosa.

En general, la causa más frecuente de la fiebre, a todas las edades, son las infecciones respiratorias de las vías altas, sobre todo considerando épocas de epidemias estacionales como la gripe o los simples catarros. A partir de estas, existe la posibilidad de que se afecten los oídos, produciéndose otitis, que tiene una incidencia más alta en los lactantes y niños menores de 5 años.

Las infecciones de vías respiratorias bajas, es decir las bronquitis víricas, tienen una alta incidencia durante el invierno y suelen afectar a niños especialmente propensos a ello, y por tanto, causar infección de repetición en este tipo de pacientes. También las viriasis exantemáticas, es decir infecciones víricas que provocan erupciones en la piel, así como las infecciones gastrointestinales son muy frecuentes, sobretodo en pacientes de 1 a 3años.

En el caso de menores de 3 meses, una de las causas más frecuentes de fiebre sin focalidad es la infección urinaria, por lo que esta debe descartarse cuando no hay otro motivo aparente.

Tipos de termómetro y su efectividad

Según la Dra. Balart, “los viejos termómetros de mercurio eran los más fiables, pero se retiraron por el riesgo de toxicidad”. En la actualidad, los termómetros digitales, basados en un detector metálico en la punta, son aptos para medir la fiebre a nivel axilar, sublingual y rectal, y tienen una alta fiabilidad”. El digital es un termómetro fiable y económico, útil incluso en niños pequeños, y muchos de ellos tienen la punta flexible para que sea más cómoda su colocación. Además, son pequeños y se transportan con facilidad.

Los termómetros de oído funcionan gracias a la medición de la energía infrarroja emitida por el tímpano, que varía en función de la temperatura corporal. Son cómodosy muy rápidos, su lectura se obtiene en pocos segundos. Sin embargo, la correlación con la medición real puede variar hasta casi un grado. Y los termómetros de frente son similares. 

El punto donde medimos la fiebre

En cuanto a la localización de medición entre oral y axilar, la pediatra de Clínica Corachan afirma que “depende de la edad y de la situación. La temperatura a nivel de la axila es fácil de tomar en casi cualquier niño. Sin embargo, la correlación con la temperatura central no es tan precisa como la oral o rectal, debido a que la piel puede estar fría, mientras que el interior de nuestro cuerpo está caliente o con fiebre”.

En España, la colocación en la axila es el método más empleado y consensuado para medir la fiebre, y es el que recomiendan la mayoría de las asociaciones de nuestro país. Según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), los padres deberían medir la temperatura a sus hijos en la axila con un termómetro digital. En los hospitales o en los centros de salud, deberíamos utilizar la vía axilar como primer método de medida y, en el caso de que se necesite una medición más exacta, considerar la vía rectal en niños menores de 5 años, o la bucal en los mayores de esa edad.

Qué hacer en caso de fiebre

En primer lugar, hay que destapar a la criatura, si está muy abrigada, para que el cuerpo pueda desprender temperatura y podamos observar signos de alerta como dificultad respiratoria o las llamadas petequias (lesiones pequeñas, no sobreelevadas de color rojo). Deberemos tomar la temperatura varias veces al día para objetivar cuál es la evolución de la fiebre a lo largo de la jornada y administrar antitérmicos para que el paciente se encuentre mejor, no con el fin de llegar a la normotermia. También procuraremos ofrecer líquidos frecuentemente para mantener su estado de hidratación.

Se recomienda el baño con agua tibia en caso de temperatura muy alta, o cuando aún no se pueda administrar de nuevo antitérmicos por haber pasado poco espacio de tiempo desde la última administración. Con un baño de 5 a 10 minutos, la efectividad que conseguiremos es disminuir 0,5ºC la temperatura corporal. Colocando un paño húmedo con agua a temperatura ambiente o fría, en la frente, conseguiremos un efecto similar al del baño con agua tibia. Todo ello ayudará a disminuir temperatura hasta que podamos administrar de nuevo antitérmico o esperar que haga su efecto el antitérmico que se haya administrado.

Si se producen temblores durante los episodios febriles es porque el cuerpo, ante la necesidad de tener que aumentar la temperatura, lo consigue centralizando el mayor riego sanguíneo en la piel y generando pequeñas contracciones de la musculatura para aumentar la fuente de calor, que son los temblores.

Tal como expone la doctora Marta Balart, “observar atentamente el estado general es un factor muy importante, sobre todo en menores de 3 meses”.

Los factores de alerta son: el nivel de la temperatura, con valores de 39,5º a 40ºC; las petequias (como dijimos, son pequeñas manchas rojo-marrón en la piel, que salen principalmente en el tórax y que, de aparecer, hay que investigar si la infección corresponde a una bacteriemia, es decir, que esté generalizando). Hay que alertarse, pero no alarmarse, ya que, como ejemplo, también pueden aparecer estas manchas en la cara en episodios bruscos de tos o vómito.

 Otro factor de alerta es el meningismo, la dificultad en la flexión del cuello. Si esta se acompaña de cefalea, puede ser signo de inflamación en las meninges (el sistema nervioso central), por lo que el caso deberá ser valorado con urgencia. Por último, hay que prestar atención a los signos de dificultad respiratoria. Aunque el aumento de temperatura corporal ya produce una respiración más rápida, si este aumento parece excesivo o se acompaña de otros signos como son la respiración toraco-abdominal desacompasada o con retracciones intercostales o de otro tipo, mejor que sea un profesional que lo valore.

Una vez se ha administrado un antitérmico, a los 30 o 45minutos hay que comprobar que inicia su efecto y empieza a disminuir la temperatura. Al principiode los procesos, se debería ir controlando la temperatura frecuentemente, al menos cada 3 o4 horas, y estar atentos a signos clínicos de aumento de temperatura como el decaimiento, o los ojos vidriosos, entre otros.

Normalmente es la entrevista con los padres y el aspecto del niño lo que aporta más información, a excepción de niños más mayores (a partir de los 6 o 7años aproximadamente) que pueden explicarse mejor. En caso de dolor, este sí que se valora directamente según escalas ya preestablecidas, en función de la edad, por la expresión facial, o según valoración numérica del 0 al 10.

Fiebre, crecimiento y ritmo circadiano

En cierta medida, determinados episodios de fiebre se vinculan a períodos de crecimiento del organismo. La Dra. Balart explica sobre ello que “da esa sensación porque en períodos de fiebre el metabolismo está acelerado, por tanto el crecimiento también puede acelerarse en esos días. Si, además, se acompaña de una cierta pérdida de peso, la sensación puede ser aún mayor”.

La regulación de la temperatura corporal sigue un ritmo circadiano, es decir, un ciclo relacionado con el ritmo del cuerpo según las fases de luz-oscuridad. Según la fase del día, se produce diferente cantidad circulante de determinadas sustancias llamadas hormonas, que regulan el funcionamiento de nuestro organismo. Esta oscilación puede ser de hasta un grado de temperatura, llegando a su valor máximo entre las 18.00 y las 20.00 horas.

Se recomienda reposo

El ejercicio, sea cual sea, no está recomendado durante los episodios de fiebre, dado que aumenta la temperatura corporal y genera un consumo y gasto energético en un organismo deteriorado por la fiebre. Por tanto, lo recomendable es el reposo. En el caso de la práctica de la natación, aunque el aumento de calor no sea tan evidente, además se podría producir un enfriamiento excesivo por la pérdida de calor por una desregularización térmica.

Cuando el cuadro febril es incipiente, o está en su última fase, es frecuente que la temperatura alta solo se mantenga durante unas horas del día. Y eso también ocurriría ante procesos leves en un organismo con el sistema inmunitario en plena forma.

La fiebre prolongada es motivo de estudio y es más frecuente en adolescentes. En niños más pequeños suele deberse a la consecución de dos procesos febriles diferentes en poco tiempo o a la aparición de alguna complicación del primer proceso, por ejemplo, el que se produce por una bronquitis que se complica con bronconeumonía. Los procesos crónicos que producen fiebre son poco frecuentes, pero evidentemente hay que tenerlos en cuenta en casos de fiebre prolongada.

Posibles afectaciones por fiebre alta

La fiebre alta no produce lesión en el cerebro, aunque sí frecuentemente deterioro del estado general. Y puede ser indicativa de un proceso más importante si no cede con facilidad con antitérmicos.

La creencia de que fiebre alta produce convulsiones no es totalmente cierta. Lo que sí puede producir convulsión febril es un cambio muy brusco de temperatura, no el nivel de fiebre en sí. De todas formas, las convulsiones febriles típicas, aunque son muy “espectaculares” no dejan ninguna secuela.

Y, sobre si es posible que entre los hermanos la fiebre siga patrones similares, que haya un componente genético, familiar, en el desarrollo de la fiebre, con patrones similares de fiebres o muy altas o apenas fiebre, la Dra. Marta Balart detalla que “probablemente exista un factor genético y familiar, pero sobretodo lo que hay que tener en cuenta es la idiosincrasia de cada uno, su comportamiento habitual durante los procesos febriles. Cualquier cambio en ese comportamiento en esas circunstancias puede ser signo de alerta”.

Fiebre en la escuela

Normalmente, si estando previamente bien aparece la febrícula, es indicativo de que algún proceso se estará iniciando y es más prudente quedarse en el domicilio para observar si se instaura un cuadro clínico de fiebre. En caso de estar finalizando un proceso, se recomienda estar 24 horas sin fiebre antes de volver a la escuela.

Es importante educar a los padres en la consulta para que puedan afrontar estas situaciones de una forma alerta, pero tranquila. Tener información de la actitud a seguir y de los signos de alerta nos ayuda a todos, sobre todo al paciente.