Los dueños de perros las conocen bien. La thaumetopea pitycampa, llamada también oruga del pino, y conocida por todos como procesionaria, puede provocar daños muy serios en las mascotas que las chupen u olfateen (lesiones de lengua, shock anafiláctico…). Pero no solo a los animales, la oruga procesionaria puede provocar graves reacciones alérgicas en humanos.

Es la primavera, entre el mes de marzo y junio, cuando estos insectos aprovechan para para bajar de los pinos. Se mueven formando una gran fila, a modo de procesión, para evitar ser comidas por los pájaros. y de ahí su nombre.

Su destino, una vez que se han puesto en marcha, es buscar un sitio cálido en la tierra donde enterrarse. Y en ese paseo es donde podemos encontrárnoslas, en parques, áreas recreativa o jardines.

Es verdad que la invasión de procesionaria comenzó con fuerza en los meses de febrero y aún continúa este mes de marzo, por lo que todavía se ven orugas en algunos parques de las ciudades, y no hemos dejado de sentir su amenaza.

Desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM) explican que el peligro de estas orugas está en «los cerca de 500.000 pelos “especiales” parecidos a pequeñas flechas, de muy pequeño tamaño, que utilizan como defensa frente a los depredadores».

Esos pelillos contienen toxinas con una gran capacidad de provocar urticaria. Y se pueden desprender fácilmente, por lo que, al ser transportados por las corrientes de aire y viento, se convierten en un mayor riesgo de urticaria en personas y mascotas.

De ahí que sea muy mala idea tocarlas, barrerlas o pisarlas, aunque tengamos los pies perfectamente protegidos. Porque la realidad será que sus pelillos nos acabarán causando problemas.

¿Qué pasa si rozo una oruga procesionaria?

Pues según explican desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), los principales síntomas que pueden causar las orugas procesionarias son los que afectan a la piel y a los ojos en mayor medida, aunque también puede afectar a los bronquios.

• Mucho picor

• Aparición de habones en los brazos, cara o piernas.

• Urticaria generalizada.

• Irritación en los ojos, boca, nariz o garganta.

• En los casos más graves pueden producir angioedema, una hinchazón, similar a la urticaria, pero que se presenta bajo la piel en lugar de darse en la superficie.

• Dificultad respiratoria

• Anafilaxia

Archivo - Oruga procesionaria CAIB - Archivo

Cómo actuar ante una reacción alérgica a la procesionaria

En general, las reacciones son locales e irá mejorando poco a poco. Pero el tratamiento va a depender de la gravedad de los síntomas. Los farmacéuticos del COFM señalan algunas pautas a seguir en caso de contacto:

• Es recomendable lavar con agua fría sin frotar la zona afectada, con el fin de quitar los pelos de la oruga que hayan quedado sobre nuestra piel.

Aplicar frío local, agua o compresas frías.

• Aplicar cremas o lociones de aloe vera ayudará a calmar el picor.

No rascarnos ni frotar la zona. No va a hacer que nos pique menos, sino más bien al contrario. Además, el rascado intenso puede producir heridas que podrían infectarse.

Si la reacción es mayor, puede ser necesario usar cremas de corticoides, antihistamínicos orales y analgésicos, en caso de tener dolor.

• Si la situación no mejora o los síntomas son graves hay que acudir a un centro de urgencias.

Evitarlas es la mejor prevención

Ahora que lo mejor para prevenir una infección por Covid-19 son las actividades al aire libre, conocer la forma de evitar toparnos con estas peludas orugas es importante. Así que, además de no tocarlas ni acercarse a ellas, el Colegio de Farmacéuticos de Madrid nos ofrecen algunas recomendaciones en el caso de que vivamos en entornos donde la procesionaria está presente:

• Hay que tener especial cuidado durante los días de viento, los pelillos de las orugas pueden extenderse y ser inhalados.

• Cubrirse la mayor parte del cuerpo si pasamos por estas zonas.

• No frotarse los ojos.

• No barrer las procesionarias ni pisarlas.

• Enseñar a los más pequeños cómo son para evitar que se acerquen a ellas.