El 99,55% del agua del grifo en España es apta para el consumo. Pero aunque la inmensa mayoría es segura para beber, su calidad depende de muchos factores, así como sus propiedades, que varían dependiendo de la localización.

La principal ventaja del agua del grifo en comparación con la embotellada son los estrictos controles de calidad, similares, y el hecho de que no sufre por las condiciones de almacenamiento y distribución.

Además, no tiene fecha de caducidad, como sí ocurre con el agua que se comercializa en los supermercados.

Estudio de la OCU sobre el agua

El último informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala que el agua corriente tiene una calidad excelente en 19 localidades españolas y buena en otros 36 municipios. Con Burgos a la cabeza, gracias a un agua con pocos minerales y sin contaminantes de ningún tipo.

Mientras, en otras siete zonas muestra deficiencias, aunque esto no quiere decir que no sea potable.

Estas ciudades con peor agua del grifo, según la OCU, son Lebanza (Palencia), Ciudad Real, Palma de Mallorca, Arándiga (Zaragoza), Barcelona, Huelva y Logroño.

Aunque queda patente la extraordinaria calidad del agua corriente en nuestro país, hay ciertos grupos de personas que deben tomar medidas escrupulosas para prevenir sustos.

¿Qué pasa con el primer chorro?

Una de las recomendaciones, aunque muy desconocida, es evitar beber el agua del primer chorro que sale del grifo.

Así lo señala la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) y se recoge en el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).

Esta pauta está dirigida a las personas con alergia al níquel, que es la causa más común de dermatitis alérgica y cuya reacción se produce por contacto. Las consecuencias son un sarpullido con picor que aparece en la piel tras el contacto con esta sustancia que, generalmente, es inofensiva.

¿El agua potable tiene metales pesados?

La agencia de la Unión Europea establece, en el citado estudio, lo siguiente:

"Dado que algunas personas son particularmente sensibles al níquel y que la ingestión de agua con una alta concentración de este metal puede agravar los fenómenos alérgicos, EFSA recomienda no consumir el agua de primer chorro en el grifo, por su elevado contenido en elementos metálicos (Ni, cobre y plomo)".

El níquel se encuentra presente en el agua en forma de sales solubles como cloruros, nitratos, sulfatos, carbonatos e hidróxidos.

Esto se debe a diferentes razones:

  • El origen de la propia agua (pantanos, manantiales, aguas subterráneas…)
  • Las tuberías
  • Los materiales del grifo
  • El tiempo de estancamiento.

"Además, la actividad minera, la corrosión y el material de las tuberías, el pH, la presencia de cloruro y sulfatos, la temperatura y el tiempo de residencia del agua en las tuberías de distribución de agua determinan los niveles de metales en el agua potable", explica la AESAN.

Y aunque la presencia de este compuesto no tiene ninguna repercusión en la salud de la población general, sí puede tener consecuencias en las personas con sensibilidad al níquel.

Una alergia que suele manifestarse después de la exposición reiterada a este elemento, que también está presente en determinados alimentos, como reitera la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.

¿Qué alimentos están permitidos?

Los cereales y sus derivados son los que más contribuyen a la exposición dietética de níquel, seguido de las legumbres, frutos secos y semillas oleaginosas, vegetales y azúcar y confitería.

"La dieta baja en Ni debería evitar aquellos alimentos con un alto contenido en Ni (cacao, chocolate, legumbres) y los alimentos enlatados, por problemas de 'migración'.

Se limitaría también el consumo de café y té, pescados grasos y verduras de hoja verde, en favor de carnes, aves, huevos y lácteos".

Así, los alimentos ‘prohibidos’ por su presencia de níquel y que deben evitarse, o ser consumidos con precaución, son:

  • Avena, maíz y soja.
  • Leche de avena, de soja y queso azul.
  • Crustáceos, atún, salmón, caballa, merluza y arenques.
  • Ciruelas, peras, kiwi y coco.
  • Pistacho, almendras, cacahuetes, semillas de sésamo, de lino y de calabaza.
  • Chocolate con alto contenido en cacao.

En contraposición, estos son los alimentos indicados en una dieta baja en níquel:

  • Aceite de oliva.
  • Manzana, naranja, plátano, fresa y mandarina.
  • Pepino, patata, tomate, col, cebolla y zanahoria.
  • Champiñones.
  • Arroz blanco e integral.

Diferentes estudios han demostrado que los síntomas solo suelen aparecer con una ingesta superior a 500 microgramos de níquel al día.

¿Cuáles son los síntomas de la alergia al níquel?

La dermatitis por contacto se puede producir horas o días después de la exposición al níquel. Suele durar de 2 a 4 semanas y tiende a ocurrir solo en aquellas zonas que han tenido contacto con este metal.

Sin embargo, la comezón puede ocurrir en los párpados, pliegues de brazos y dedos, rodillas o las palmas de las manos.

Hay que acudir al médico cuando se detecta una erupción cutánea de origen desconocido.

También hay que consultar con un especialista si, estando diagnosticado de esta hipersensibilidad, se está sufriendo una reacción alérgica con aumento del enrojecimiento, dolor y pus en el área afectada.

Más allá del primer chorro del agua del grifo y de ciertos alimentos, hay otras fuentes de exposición al níquel de uso muy común.

Hablamos de joyas, piercing, hebillas de cinturón, llaves, dispositivos electrónicos e incluso la tiza.