Hasta 1980 los especialistas en aparato digestivo pensaban que la acumulación de grasa en el hígado solo estaba relacionada con el consumo excesivo de alcohol.

Pero investigadores estadounidenses detectaron cómo el depósito de grasa en las células hepáticas también se producía entre personas que no bebían.

A partir de entonces, el número de casos de esta patología llamada hígado graso no alcohólico ha ido aumentando su incidencia fruto del aumento de la obesidad y del síndrome metabólico.

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Sin síntomas y sin tratamiento para el hígado graso no alcohólico

Hablamos de una enfermedad crónica que no produce ningún síntoma.

El problema está en que los depósitos de grasa en el hígado que se van acumulando a lo largo de los años pueden provocar graves patologías como:

  • Hepatitis.
  • Fibrosis hepática.
  • Cirrosis.
  • Cáncer de hígado.

El origen de esta enfermedad pude deberse a que se esté produciendo una cantidad de grasa excesiva o a que el hígado no sea capaz de eliminarla correctamente. En cualquier caso, es importante saber que a día de hoy no existe ningún tratamiento para curarla

Lo que sí se sabe es que esta enfermedad está íntimamente ligada a los hábitos saludables.

Tanto que, según explican desde el Instituto Clínic de Enfermedades Digestivas y Metabólicas (ICMDM) del Hospital Clínic de Barcelona:

  • Una pérdida de peso del 5% reduce la grasa del hígado y que una pérdida de más del 10% favorece la reversión de la enfermedad. 

Su relación con otras patologías como la obesidad o la diabetes, indica que prevenir esta enfermedad o reducir su impacto una vez que aparece depende de seguir un estilo de vida saludable

Para hacerlo, Marta Cervera, enfermera especializada en enfermedades del hígado del ICMDM ofrece algunas recomendaciones. 

Evitar hígado graso es evitar las grasas de las comidas, los azúcares... Foto de amit Majhi en Unsplash

Nada de grasas saturadas y fructosa

Uno de los secretos para tener una buena salud es seguir una dieta equilibrada. ¿La mejor? La mediterránea.

Pero además de esto, es esencial eliminar las grasas saturadas que encontramos principalmente en:

  • Las mantequillas.
  • Natas.
  • Carnes rojas.
  • Embutidos. 

También se recomienda eliminar los azúcares, como el azúcar blanco y el moreno, y los que encontramos en la miel, el chocolate con leche, galletas, etc. 

  • “Sobre todo nos interesa eliminar el azúcar de las bebidas azucaradas y los zumos de fruta, ya que tienen un alto contenido en fructosa”

Y como explica Marta Cervera, la fructosa es un azúcar que promueve la producción de grasa en el hígado, y de ahí que “eliminar las bebidas azucaradas es un objetivo primordial”.

Cenas ligeras

Lo más recomendable es realizar 5 comidas al día, y hacerlo de más a menos. Es decir, comer más cantidad por la mañana e ir disminuyendo la cantidad a lo largo del día.

  • En especial hay que reducir la cantidad antes de ir a dormir, ya que “toda la comida que ingiramos antes de irnos a dormir, la acumularemos en forma de grasas”, apunta Marta Cervera.

Los expertos recomiendan no consumir carnes rojas.

Seguir "el plato de Harvard"

En el caso de que se esté un poco perdido en cuanto a qué es comer de forma equilibrada podemos seguir el método del plato de Harvard.

  • Solo tendremos que dividir el plato en varias partes, de tal manera que la mitad debe contener verdura y fruta, un cuarto por hidratos de carbono y el último cuarto por proteínas.

Un ejemplo de alimentos vegetales son las ensaladas o verduras como las espinacas, la col, etc.

Los hidratos de carbono están formados por la pasta, la patata, el arroz, etc. “Mejor si se alterna con productos integrales”, puntualiza Marta Cervera. 

Por otro lado, el cuarto de plato de proteínas debería estar formado preferentemente por proteína vegetal como las legumbres. Aunque también podemos optar en este cuarto por carnes blancas como el pollo o el conejo, pescado o huevos.

Y de postre, fruta. Se recomienda ingerir 2-3 piezas al día. Para conseguirlo podemos aprovechar las comidas secundarias (media mañana y merienda) para tomar la fruta o, si se prefiere, un yogur desnatado o algunos frutos secos naturales.

Nada de alcohol ni tabaco

Es completamente necesario eliminar el alcohol de la dieta. “No solo por la cantidad de azúcares que contiene, que son muchos, sino por la toxicidad que puede añadir sobre un hígado ya dañado con depósitos de grasas y que puede favorecer la progresión de la enfermedad”, explica la enfermera. 

Mejor tomar agua, entre 1 litro y medio y 2 litros de agua al día.

El tabaco también es otro tóxico que tiene consecuencias sobre la progresión de la enfermedad.

El ejercicio físico es fundamental para reducir el hígado graso Imagen de Pexels en Pixabay

Hacer ejercicio físico "que sudemos"

Por último, aunque no menos importante, es importante realizar ejercicio físico moderado o intenso de 3 a 4 veces por semana. “¡Que sudemos!” apunta Marta Cervera.

  • Lo ideal es combinar ejercicios aeróbicos como nadar, correr, bailar, ir en bicicleta; con ejercicios anaeróbicos o de fuerza y resistencia como pueden ser flexiones, abdominales, planchas, sentadillas, etc.
  • “Esta combinación hace que se incremente el metabolismo basal y se quemen más calorías”, explica.

Eso sí, la actividad que realicemos “siempre tiene que estar adaptada a las condiciones físicas de cada persona”. 

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Se pueden realizar sesiones de 20 o 40 minutos al día (en una o dos veces). En esta sesión se puede realizar una rutina de 6 u 8 ejercicios, que se repitan 15 veces cada uno, y este circuito se puede repetir 2 o 3 veces.

Además de estas recomendaciones, y puesto que el hígado graso no alcohólico se asocia con alteraciones metabólicas, es todavía más esencial que si padecemos diabetes, hipertensión o colesterol, mantengamos los niveles bien controlados.