La catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia Adela Cortina, que recientemente ofreció una conferencia sobre "Ciudadanía: valores y comportamientos" en el Club Prensa Canaria, afirmó que la lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo deben ser una prioridad para el ciudadano que quiere ser justo y que, si no les ponemos remedio y no estamos hablando todos del tema, es porque "estamos bajo mínimos de humanidad y justicia".

La doctora Adela Cortina, cuya conferencia en Las Palmas fue organizada por la Cátedra La Caixa de Economía y Sociedad, que dirige el profesor José Luis García Delgado, recordó en el turno de preguntas que "mil doscientos millones de personas viven bajo el nivel de la pobreza extrema en el mundo" y que, mientras no pongamos coto a la situación incomprensible y atroz que vive el continente africano, "ochenta millones de personas van a morir todos los años de hambre, cuando a ciencia cierta sabemos que hay medios más que suficientes en el planeta para satisfacer las necesidades básicas de toda la humanidad". "La prioridad es darse cuenta e impedir que la gente siga muriendo de hambre y de frío; y luego", ironizó cuando alguien le habló de identidad o de canariedad, "están las cosas de segunda, de tercera o de cuarta regional, que lamentablemente son de las que estamos hablando siempre". "Lo de la pureza racial", abundó en la misma idea, "es algo que están bien para los caballos, pero no para las personas".

En su conferencia, la doctora Cortina habló de ética, (ethos) concepto que los griegos entendían como la forja del carácter (tanto de las personas, como de las organizaciones y los pueblos), de altura moral y de valores, "que son los que nos permiten acondicionar el mundo y hacerlo habitable", afirmó.

Sobre la ciudad, un concepto tan antiguo como la civilización griega, señaló que era "el lugar en el que se unen gentes de distintas etnias, familias, creencias y religiones" y que no es bueno que las sociedades se formen por una sola etnia o cultura, sino que sean producto del mestizaje. "El principal valor o riqueza de una sociedad son sus ciudadanos y su capital ético", agregó, "y lo que los une a todos es el vínculo de ciudadanía, no el lazo de la etnia o de la familia". En este contexto, explicó que "ciudadano es aquel que es protagonista de su propia vida, el que no es siervo esclavo o vasallo", pero acto seguido precisó que no se puede conquistar la ciudadanía en solitario, sino que el ciudadano ha de hacerlo en compañía de sus conciudadanos. "Hay que conquistar la autonomía desde la interdependencia", afirmó, "y por eso es fundamental la solidaridad: no hay ciudadanía sin autonomía, igualdad y solidaridad".

Celebrar la interdependencia

"Somos interdependientes, no independientes", dijo refiriéndose a un artículo de prensa que le había hecho reflexionar, "y sería bueno que los países dejaran de celebrar su Día de la Independencia para comenzar a celebrar el Día de la Interdependencia".

En esta misma línea, la catedrática de Ética de la Universidad de Valencia insistió en la necesidad de "avanzarar por la senda de la interculturalidad" y de entablar un diálogo entre culturas para decidir qué valoes son los que nos humanizan a todos. Adela Cortina, que se refirió en su charla en los valores occidentales, como el concepto de dignidad humana sobre el que se asientan la declaraciones de Derechos Humanos, dijo que éste era también un concepto que estaba presente en la civilización oriental y que, por contra, "en la cultura occidental hay también cosas deleznables".

La idea kantiana de la dignidad humana como algo valioso en sí mismo, la ética del diálogo basada en el valor del reconocimiento mutuo y un tercer principio fundamental en la actualidad para Occidente, como el valor de la naturaleza vulnerable, "constituyen un buen programa", en opinión de Adela Cortina, "para una ética de los ciudadanos del siglo XXI".

Con respecto al concepto o valor de la dignidad humana, la conferenciante, que es vocal de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida y del Consejo Asesor del Ministerio de Sanidad y Consumo, dijo que "una sociedad demuestra su dignidad cuanto más cuida a los vulnerables: niños, ancianos y personas con discapacidades". "Los que mueren de hambre o malaria", reconoció en el debate, "tienen dignidad, y los que somos indignos somos nosotros, que no deberíamos poder dormir hasta que ellos no disfruten efectivamente de los mismos derechos".

La catedrática de Ética evidenció las contradicciones entre la teoría y la práctica de los Derechos Humanos, ya que si afirmamos que todos tienen dignidad, advirtió, "el verdadero ciudadano, que no es sólo miembro de una comunidad política, sino auténtico ciudadano del mundo, no puede permitir que haya gente en esa indignidad, lo que evidencia una vez más que estamos en mínimos de justicia y humanidad".