- ¿Qué le ha llevado a instalarse definitivamente en Salamanca, donde trabaja desde 1994?

- Tras mi estancia en Inglaterra, saqué la plaza de investigador del CSIC para un centro de Madrid donde nunca me incorporé porque inmediatamente pedí el traslado al Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer en Salamanca, donde continúo desde 1994. La verdad es que me atraía más la vida en Salamanca que en Madrid, aunque entonces tampoco tenía claro dónde ir, realmente las circunstancias me han ido llevando al sitio donde estoy ahora.

- A pesar de llevar tantos años fuera, mantiene un estrecho contacto con Canarias, fundamentalmente con el Instituto Canario de Investigación del Cáncer. ¿No ha sentido la tentación de regresar a su tierra?

-Por supuesto que me ha tentado múltiples veces, pero aunque parezca sorprendente no es nada fácil. Ya lo intenté en su día, pero era investigador del CSIC, que equivale a un puesto intermedio entre profesor titular de universidad y catedrático. En aquel entonces la Universidad de Las Palmas me ofreció una plaza de profesor asociado, lo que suponía bajarme el sueldo cuatro o cinco veces, era como volver a empezar de cero.

- ¿Qué condicionantes debe reunir Canarias para que sea atractivo a investigadores y profesionales de su talla?

-Canarias no lo ha sabido hacer tan bien como Cataluña, por ejemplo, que tiene un programa muy potente denominado Icrea, de recuperación de científicos de mucho nivel para promover la I+D en su comunidad. Ha sido un éxito porque ha aumentado inmensamente en siete años la calidad de los investigadores en Cataluña.

- ¿Cuáles son las claves de este programa?

- Lo primero es que el gobierno ponga dinero, y en lugar de hacer una carrera funcionarial, que ése es el problema que hay con las universidades, a través de Icrea se contrata a científicos muy buenos únicamente para hacer ciencia. Además, han creado unos premios muy importantes dotados con 50.000 euros al año a profesores que hacen investigación de alto nivel en esa comunidad autónoma. Consiste en eliminar la burocracia, y apostar por el sistema de contratos de cinco años revisables en base a indicadores de calidad.

- ¿Está por tanto a favor de eliminar el sistema de funcionariado entre los investigadores?

- Ahora que se habla mucho de funcionarios si o funcionarios no, hay que tender casi a como funciona la empresa privada, con indicadores de calidad, de forma que a los cinco años, si una persona vale, la sigues apoyando e incluso promocionas y mejoras su contrato, pero si no vale, lo eliminas del sistema. Esto sería un sistema de selección positiva y ahí es donde está la solución.

- Las Universidades canarias lograron el Campus de Excelencia Europeo y una dotación superior a los cinco millones de euros para un proyecto en el que la Biotecnología tiene un papel preponderante, ¿le resulta atractivo este proyecto para replantearse su vuelta al Archipiélago?

- La verdad es que no sé que intenciones tiene, pero cinco millones de euros es muy poco dinero. El presupuesto anual de mi grupo, para cinco años, puede ser de un millón de euros. Hay que invertir mucho dinero, no vale sólo con decir que se quiere traer a personas, sino hacer una cosa seria, como lo del Astrofísico que ha invertido mucho y hay muchas instituciones que están implicadas. El problema es que todavía no hay una conexión entre la universidad y la política regional para hacer una cosa seria. Si fuera así, contarían conmigo y con muchísima más gente que estamos fuera y en algún momento nos gustaría volver a nuestra tierra, no lo hacemos porque las condiciones no son nada buenas.

- ¿Cuáles son sus principales líneas de investigación?

- Mis estudios giran alrededor de cómo se dividen y se mueren las células, y la importancia que eso tiene en el desarrollo de los tumores. Estando en el grupo de Paul Nurse describimos cómo se dividen las células y encontramos un complejo, una especie de maquinita molecular que se activa e inactiva cada vez que las células se van a dividir y eso tiene que estar altamente regulado. A esa maquinita inicial le hemos ido añadiendo frenos y aceleradores, y hemos visto que cuando se eliminan esos frenos las células se dividen más rápidamente y pueden inducir a la aparición de tumores.

- ¿Qué han aportado estos estudios a la lucha contra el cáncer?

- Estos estudios, que iniciamos hace 20 años, han contribuido a entender las bases moleculares del cáncer. También investigamos en moléculas o medicamentos que pudieran frenar ese proceso o matar las células que están proliferando en el cáncer. Estas investigaciones han sentado las bases para saber qué herramientas se van a poder usar para atacar esas células.

- ¿Cómo ha sido trabajar con un premio Nobel?

- En aquellos años todavía no era muy conocido. A mí me gustaba mucho su trabajo porque empezaba a hacer genética para identificar los genes que regulan la división de las células. Le escribí y me aceptó para ir a trabajar a su laboratorio tres meses, y los fui enganchando con otras becas y otras cosas y al final me quedé siete años. Ha sido fantástico, es una persona maravillosa, le dieron el Nobel en 2001, y luego lo hicieron presidente de la Universidad Rockefeller de Nueva York, una de las mejores en el campo de la Biomedicina.