- Para que se haga cargo del tipo de entrevista: ¿Abre un cuerpo sin saber lo que hay dentro?

- Con la tecnología moderna conocemos el diagnóstico y la localización. La laparoscopia es bidimensional, y pronto operaremos en 3D, el día antes.

- El familiar de un paciente le desea suerte, y usted le replica que ese factor no tiene cabida en su trabajo.

- Ocurre a menudo. El paciente se halla en una terrible inferioridad de condiciones, frente a un cirujano estúpido, egocéntrico y altivo, obsesionado con dar nombre a una técnica o modificación quirúrgica. Los familiares te hacen la pelota, con frases como "cuídelo bien" o "que tenga suerte".

- Cuéntenos sobre su amiga Esther Koplowitz.

- Me molesta la gente gris, y soy muy fiel a las personas que admiro. Tuve ocasión de conocer a Esther Koplowitz por unas circunstancias determinadas y es una mujer cercana, perfectamente al tanto de lo que ocurre y generosa. Con la crisis no piensa en vender, sino en las familias de los trabajadores de FCC. Su espléndida donación al Clínic me llevó a pensar que estaba tirado obtener financiación de personas desahogadas. Ella me enfrió los ánimos, al plantearme "¿por qué te crees que los ricos tienen dinero?".

- Envejecen antes las manos o el cerebro?

- El cerebro, desde el día en que nacemos. Para la cirugía, estoy en la edad ideal, con eso que llaman experiencia y sin el impulso loco que tenía a los treinta, aunque Nadal o Mark Zuckerberg han alcanzado la plenitud a los veinte. Me preocupa haber detectado en mi comportamiento algún rechazo a la innovación, como los que yo sufrí de joven.

- ¿Es usted un buen paciente?

- No soy malo, me han operado y tengo disciplina. Todos los cirujanos deberían ver la película El doctor, con William Hurt. Puedo quejarme de que un paciente engorde 25 kilos en los meses previos a una intervención contra la obesidad, pero quizás yo haría lo mismo que él. Los pacientes tienen derecho a protestar, casi deberías tolerarles que te peguen.

- ¿Los cuerpos que abre hoy se hallan en mejor estado que los pacientes de hace treinta años?

- Sí, por dos motivos. En primer lugar, porque la sociedad ha mejorado nutricionalmente. En segundo, y dado que el 80% de mi vida es cáncer, la mayoría de pacientes llegan con un diagnóstico temprano, aunque debería serlo más.

- ¿Es más peligroso el bisturí o la anestesia?

- Es infinitamente más peligroso el bisturí, aunque los cirujanos decimos siempre que las complicaciones son anestésicas. Cuando alguien me comenta: "Doctor, no me preocupa que me abran, sino la anestesia", pienso en lo equivocado que está. Ahora bien, el grupo ha de ser perfecto y, si me cambian el anestesista, anulo la operación.

- El Rey está convencido de que en Barcelona se opera mejor que en Madrid.

- Respeto mucho al Rey, pero esa evidencia no necesitaba su pronunciamiento. No sé si la sanidad catalana es mejor, pero está más organizada y los madrileños son los primeros en admitirlo.

- Ha dicho que "un mono patoso podría operar".

- De niño cosía pechugas de pollo, pero no soy especialmente habilidoso. Cuando vi la cirugía contra la obesidad, pensé que nunca sería capaz de hacerlo, y odio el bricolaje. Un cirujano ha de ser como un gato, ha de tocar los objetos sin romperlos.

- ¿Necesita ser el mejor?

- Sí, por dos razones. La buena, porque es divertido. La cirugía destaca por su competitividad y accedes a una élite donde decides lo que hacen los demás. La mala, porque el ego de los cirujanos tiene hache, nos creemos Lourdes en una persona. Nuestra profesión nos hace perder contacto con el suelo. No importa, también nos devuelve bruscamente a la realidad.