No es normal que toda una princesa medie en la disputa entre dos niñas y en plena calle. A Olivia y Lola, primas, les recordarán siempre la anécdota que protagonizaron en el pasado mes de octubre en Medina del Campo, cuando Doña Letizia, acompañada de su marido, visitó oficialmente la localidad vallisoletana. Los lloros de una de ellas hicieron que la Princesa rompiera el protocolo y se interesara por el asunto. Embajadora de paz infantil, Doña Letizia propuso: "Pediros perdón".

No le hicieron mucho caso, a lo que parece, según las imágenes que vuelan por Internet a lomos de las todopoderosas redes sociales. Pero la frase llamó la atención a los cuidadosos con la gramática porque es incorrecta. Los puristas del idioma echaron mano de las normas y denunciaron el uso por parte de la Princesa de Asturias del llamado infinitivo de mandato en vez del imperativo. ¿Pediros? No. Mejor pedíos perdón.

Lo que le sucedió a Doña Letizia es lo que sucede a diario millones de veces en España con el mal uso del infinitivo verbal más el pronombre enclítico, en este caso el "os". Es lo que los gramáticos llamarían un solecismo, una incorrección gramati-cal, que tiene que ver con cuestiones de nuestro particular sistema fonológico.

No funcionamos bien, o al menos no funcionamos cómodos en este idioma nuestro con las consonantes oclusivas finales ni con algunos hiatos como este de "io". Sobre estos asuntos hace una aproximación muy divulgativa y no menos entretenida la nueva Ortografía de la Real Academia Española (RAE), coordinada por el asturiano Salvador Gutiérrez y presentada el pasado mes en un acto presidido precisamente por los Príncipes de Asturias.

El (mal) uso del infinitivo en vez del imperativo está a la or-den del día, de tal manera que si Doña Letizia les manda a las niñas de Medina del Campo un "pedíos perdón", igual ni la entienden. Cuando el profesor brama en clase y suelta un ¡Callar de una vez! está cometiendo un solecismo. ¡Callad de una vez! sería lo correcto.

El uso del infinitivo de mandato siempre es incorrecto cuando se dirige a otra u otras personas. Pero hay excepciones en las que, sin ser recomendable, se acepta sin mayor escrúpulo gramatical. Si leemos en un cartel un "no fumar", el infinitivo de mandato vale y, además, lo entiende todo el mundo.

La "d" es una letra que nos suele crear problemas y que da lugar a variables más o menos generalizadas. La "d" final de Valladolid la convertimos por lo general en un fonema "z". Lo mismo ocurre cuando la "d" anda por el medio de las palabras. Nos es, fonéticamente hablando, mucho más cómodo pronunciar "dejarme en paz" que "dejadme en paz", o "salir todos de aquí" en vez de la expresión correcta "salid todos de aquí".

-Pediros perdón. No pasa nada, no pasa nada. Mírame. No hay que discutir, ya está.

Doña Letizia Ortiz les habló a las niñas Olivia y Lola como lo hubieran hecho sus madres, allí presentes. Ya lo decía Nebrija: la gramática puede mucho, pero el uso de un idioma puede más.