El herrerillo canario es una pequeña ave insectívora, más pequeña que un gorrión, pero muy aventurera, a juzgar por el estudio recogido ayer en El País, que ha concluido que este vertebrado colonizó en su momento el norte de África desde Canarias, un viaje contrario al habitual. El trabajo, que se ha publicado en la revista Molecular Ecology, está coordinado por un biólogo español, Juan Carlos Illera Cobo, que considera este hallazgo como "un caso fascinante de diferenciación insular, también conocido con el término técnico de radiación".

El herrerillo, de alegres colores amarillo, azul, blanco y negro, es capaz de buscar el néctar de muchas flores como las endémicas lavanderas canarias (Navaea phoenicea) y, según el diario nacional, es muy popular en Inglaterra por abrir botellas de leche que se dejan en la entrada de las casas.

Es insectívoro y ejerce un efecto beneficioso en el control de plagas. Se han considerado cuatro subespecies de herrerillo exclusivas de las Islas, algunas endémicas de una sola isla, como El Hierro y La Palma.

El equipo de investigadores procede de España, Finlandia y Alemania, y está liderado por la institución Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad. La revista Molecular Ecology explica que los científicos analizaron varios genes en 51 poblaciones reproductoras de más de 400 individuos de las tres especies de herrerillo incluidas en el género científico Cyanistes, que comprende el herrerillo canario, el herrerillo común y el herrerillo azul.

De esta manera, los investigadores han podido dibujar la historia evolutiva del animal, que les ha llevado a la conclusión de que, en este caso, la colonización se hizo al contrario de lo que es normal. De hecho, los herrerillos canarios están más emparentados genéticamente con los del norte de África que con los europeos, y, al mismo tiempo, los azules se parecen más a los comunes que a los canarios.

Hace 100.000 años, los herrerillos canarios comenzaron su viaje al norte de África, muchos miles de años después de haberse instalado en las islas, probablemente también desde el norte de África. Es decir, que fue un camino de ida y vuelta, aunque el herrerillo que viajó a África ya había evolucionado y se había diferenciado desde hacía tres millones de años. En el Mesiniense quedaron aislados en las islas y hace 100.000 años, ya evolucionados genéticamente, volvieron a África.