Jesús María Serrano es un buzo profesional, cuya experiencia le ha servido para idear un sistema de producción continua de energía renovable, en forma de central neumaticoeléctrica. Una corriente de aire comprimido, a partir del aleteo del oleaje, conformaría la fuerza mecánica capaz de producir y almacenar energía eléctrica, con ausencia total de residuos.

El elemento innovador de este proyecto de viabilidad, que ha sido patentado, radica en el almacenamiento del aire comprimido, que permitiría una autonomía ininterrumpida, independientemente de la intermitencia de los elementos naturales que concurren en la central. La pregunta necesaria respecto de la idea de Serrano, es si ésta puede ser viable. "Aún no he tenido la oportunidad de experimentar con un prototipo por falta de medios económicos, ya que los materiales que entran en juego son bastante costosos", explica el inventor.

Su iniciativa se basa, por ahora, en el plano teórico. "El grado de aprovechamiento energético de sistemas de abastecimiento análogos, como las centrales hidroeléctricas, o las basadas en la energía mareomotriz, desaprovechan demasiada energía", señala.

Su central neumaticoeléctrica consta de tres módulos, que no necesariamente deben situarse físicamente próximos. El primero estaría en la costa, y se compondría de un compresor marino, estructurado en base a una boya esférica que, con las subidas y bajadas de las olas, generaría una inyección de aire comprimido, a través de una tubería, tal y como lo haría un émbolo en una jeringuilla. Este aire, comprimido a presión, circula por un entramado de tuberías que conectan el primer módulo con el segundo, el encargado del almacenamiento. Se trata de un gran acumulador eólico de alta presión, compuesto de habitáculos que, tal como hacen las botellas de oxígeno de los submarinistas, contendrían el aire a 400 bares de presión.

"Una válvula instalada para regular la presión, conecta el módulo de almacenaje con una tubería de baja presión, menos resistente que la anterior, y reduce la presión del aire a 4 bares, en lo que constituiría el flujo de alimentación final", describe Serrano. Esta tubería se conecta con el tercer módulo, constituido por una noria sumergida en agua -sea en el mar o en cualquier otro sitio-, hecha de palas y estructurada en dos ejes.

El flujo de aire mueve las palas, a la altura del eje inferior, y pone la noria en funcionamiento. El movimiento ascendente de las palas hace que el aire comprimido que las impulsa se encuentre con menos presión a medida que se acerca a la superficie, con lo que la fuerza mecánica -la que genera la energía eléctrica deseada- va paulatinamente en aumento. Con la noria sumergida en movimiento, cuyo eje superior se encuentra conectado con los generadores, se inicia la producción de electricidad y se cumple el objetivo.