En la playa o en la montaña, pero también en la ciudad, la protección del sol es fundamental para evitar sus efectos dañinos en la salud de la piel.

Más si cabe si se tiene en cuenta su efecto acumulativo. "La piel tiene memoria. Así que los excesos de años se pueden reflejar más tarde en un cáncer", explica el especialista Pedro Valerón Almazán.

De ahí que la prevención deba comenzar en la etapa vital inicial. "La mitad de la radiación solar de la vida se acumula en los primeros 20 años. Incluso se sabe que esas quemaduras solares tan comunes en niños y jóvenes pueden tener repercusión de adulto y transformarse en una lesión maligna". Así que en bebés de menos de 6 meses no se recomienda estar al sol sin ropa, y a los niños menores de 3 años se aconseja exponerlos con precaución.

La pedagogía en hábitos saludables es crucial en la etapa infantil. "Es más fácil mentalizar e inculcar a un niño rutinas y costumbres para preservar su salud que hacerlo con un adulto con pautas de comportamiento consolidadas".