Los daños cerebrales empiezan 10 o 20 años antes de que el paciente manifieste los primeros síntomas de alzhéimer. De ahí la importancia de disponer de un diagnóstico precoz y de un tratamiento efectivo que permita retrasar la llegada de esta enfermedad. Con esta finalidad trabaja el equipo de Antonia Gutiérrez, catedrática de Biología Celular de la Universidad de Málaga, que pronunció una conferencia ayer ante los alumnos de la facultad de Ciencias de la Salud de la ULPGC.

"En este momento es prácticamente imposible de detectar con tanta antelación, pero sí se ha demostrado que las personas que desarrollan esta enfermedad tuvieron que sufrir esos daños con anterioridad. El problema es que cuando el paciente desarrolla los síntomas ya hay muchísimo daño cerebral y los fármacos son muy poco efectivos", explica Gutiérrez.

La enfermedad de alzhéimer es un proceso neurodegenerativo irreversible que causa la muerte neuronal en las regiones cerebrales superiores y se manifiesta por un deterioro progresivo y grave de la memoria, así como de otras capacidades mentales. Según las investigaciones, los pacientes pueden sufrir parte de estos daños con años de antelación, pero no se manifiestan porque son estadios preclínicos.

El alzhéimer es la causa más frecuente de demencia entre las personas de más 65 años y afecta a unos 15 millones en el mundo, unas 800.000 en España y unas 25.000 en Canarias. A partir de los 85 años lo sufre casi el 50 % de la población y se calcula que en el año 2050 en todo mundo haya más de 100 millones de afectados.

A día de hoy se desconocen las causas y no existe ningún tratamiento farmacológico efectivo para parar o retrasar su progresión. Lo único que se utilizan son cuatro fármacos que van dirigidos al alivio sintomático, es decir, no frenan la patología, son poco efectivos (sólo benefician al 50 por ciento) y validos durante unos seis meses. Lo que sí se afirma con seguridad es que en el 99 % de los casos es esporádico, es decir, multifactorial (con factores como la edad), y sólo un 1 % es hereditario.

Uno de los principales retos de la Biomedicina es el desarrollo de modelos animales para el alzhéimer que permitan la identificación de dianas terapéuticas (parte de la célula que es capaz de reconocer un fármaco en concreto y producir una respuesta) y la validación de la eficacia de posibles fármacos.

Precisamente el grupo de investigación de Gutiérrez está orientado a la caracterización neuropatológica a nivel celular y molecular de modelos transgénicos del alzhéimer. "A pesar de que es una enfermedad que se prescribió hace 100 años aún hay muchísimas lagunas. En los últimos 30 años se ha avanzado muchísimo, pero es una patología muy compleja porque es el resultado de la combinación de muchos eventos patológicos", sostiene la experta, que también colabora con el Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciberned).

"Sería un gran avance conseguir un diagnóstico precoz y un tratamiento que permitiera retrasar el alzhéimer cinco años porque los pacientes suelen ser personas mayores. No estamos pensando en una cura definitiva del alzhéimer, sino por ahora en un tratamiento que ralentice la enfermedad", concluye.