La colocación de electrodos en zonas profundas del cerebro permite a enfermos con Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) controlar parte de los síntomas que ocasionan más sufrimiento e incapacidad por esta patología psiquiátrica, los tics o conductas reiteradas que tienen que ver con la limpieza o la verificación, por ejemplo.

Se trata de una técnica de estimulación que permite dar respuesta a los pacientes con resistencia al tratamiento farmacológico. "Las técnicas antes eran de neurocirugía. A estos enfermos, a los casos más graves y rebeldes al tratamiento, se les ha estado operando con intervenciones de cirugía estereoatáxica y en los últimos años disponemos de una técnica invasiva pero menos lesiva que es la estimulación cerebral profunda", según explicó ayer Jerónimo Saiz, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. Saiz intervino en las XIII Jornadas Internacionales de Actualización en Salud Mental que se celebran hasta hoy en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín y que están dedicadas este año a este trastorno.

El también catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá de Henares y jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal, señaló que la técnica ya se aplica en algunos centros hospitalarios de España, entre ellos el madrileño.

"Son electrodos muy finos que se introducen en zonas profundas del cerebro, que pensamos que están implicadas en la etiopatogenia del trastorno y van conectadas por un cable con un marcapasos, un estimulador. Este a su vez se puede controlar por telemetría modificando las características de la estimulación ya sea activadora o inhibidora", explicó el especialista.

El especialista pronunció ayer la ponencia Ubicación del TOC como problema de Salud Mental en la primera sesión de las jornadas que organiza el Servicio de Psiquiatría del hospital grancanario.

Dificultades

El trastorno obsesivo compulsivo es una enfermedad muy singular que afecta a un grupo de población no muy numeroso, pero que en algunos casos incluye mucha discapacidad y mucho sufrimiento para las personas que lo tienen. Además plantea especiales dificultades de manejo y de tratamiento, indicó Jerónimo Saiz.

El TOC tiene una prevalencia entre el 1 y el 3 por ciento de la población, según la definición de caso y según los estudios. "Aunque los estudios europeos son más conservadores y sitúan la incidencia de la enfermedad en torno al 1 por ciento", matizó el especialista.

Hombres y mujeres están igual de afectados por la prevalencia de una patología que en la mayoría de los casos suele tener un comienzo precoz, en la adolescencia e incluso en la infancia, y que tiene un comienzo excepcional por encima de los 40 años.

"En un porcentaje importante de los casos, más o menos la tercera parte, los síntomas no mejoran con los tratamientos que se usan y estos casos tienen un grado de invalidez, de discapacidad y también de secuelas en cuanto a su funcionalidad, su vida laboral, familiar y social, muy importantes", según el catedrático de Psiquiatría.

Los tratamientos que han demostrado su utilidad son, por una parte, los farmacológicos, entre ellos antidepresivos, que inhiben la recaptación del neurotransmisor llamado serotonina. "Además, la terapia congnitivo-conductual en una forma específica que está dirigida a tratar el trastorno, que se llama técnicas de prevención de la respuesta. Con esto se alivian la mitad de los casos, en la mitad de la sintomatología".