Diez personas con esclerosis múltiple (EM) y cuatro con párkinson lograron coronar el pasado julio la cima del Kilimanjaro, la montaña más alta de África, con 5.895 metros sobre el nivel del mar. Así demostraron al mundo que ninguna enfermedad puede poner techo a los sueños cuando se tiene el valor de perseguirlos.

La artífice de esta aventura ha sido la norteamericana Lori Schneider, la primera persona con EM en escalar las Siete Cumbres, y que este año logró un nuevo reto, organizar una expedición al Kilimanjaro con personas que padecen su enfermedad. Cada uno de ellos estuvo acompañado por un escalador profesional, y contaron con el apoyo de un equipo médico.

Schneider difundió esta experiencia en el I Encuentro de Pacientes con Esclerosis Múltiple, celebrado ayer en el auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria, donde lanzó un mensaje de fortaleza y superación personal a todos aquellos que padecen dicha patología. "Tenemos que escalar por encima de los límites que creemos tener en nuestra vida y creer en las posibilidades y no en las imposibilidades de cada uno", afirmó Schneider. "Lo bueno de toda esta aventura es que todos tenemos sueños y esto ha servido para hacerlos reales, ver que podemos saltar las barreras que nos impone la vida".

En el encuentro, organizado por las enfermeras del Hospital Universitario Insular de Gran Canaria María Luisa Rondón y Saro Santana, con el fin de "alimentar el alma de todos los pacientes con esclerosis múltiple", también estuvo presente la barcelonesa de 24 años Inés Grau, la más joven de la expedición al Kilimanjaro, que recibió el diagnóstico de EM a los 17 años.

"Conocí a Lori en uno de los actos de la Federación Española de Esclerosis Múltiple, con la que colaboro. Ella me propuso la aventura de subir al Kilimanjaro con otras personas afectadas de EM y utilizar esta aventura como una forma de sensibilizar a la población y mandar un mensaje de fuerza a todas las personas con esclerosis y demostrarles que si tienes el valor de intentarlo y dejas el miedo a un lado, se puede llegar a lo más alto".

Para Inés Grau, recién licenciada en Psicología, no sólo la experiencia "ha sido increíble", sino todo lo que ésta le sigue reportando cinco meses después. "Sin duda fue el mayor acierto que he hecho en mi vida decir que sí aquel día a pesar del miedo que sentí porque no tenía experiencia previa en montaña. He conocido a gente maravillosa, personas con esclerosis múltiple que luchan a diario contra la enfermedad y no quieren renunciar a nada. Esas dos semanas me han alimentado para el resto de mi vida", subrayó.

El ejemplo de ambas mujeres fue un revulsivo para muchos de los pacientes presentes ayer en la jornada sobre esclerosis múltiple, donde otra de las ponentes, la coach Elena Rodríguez, proporcionó una serie de herramientas, tanto para los afectados como para sus acompañantes, para superar las emociones negativas que acompañan al diagnóstico de la enfermedad, "que si no se gestionan de forma adecuada se convierten en emociones tóxicas", y citó entre ellas depresión, tristeza, ira o frustración.

"Es normal sentirnos mal, debemos permitirnos el lujo de tener esas emociones, pero tienen que ser pasajeras, hay que identificarlas y buscar instrumentos que sustituyan el sentimiento negativo por uno positivo".