La esperanza de vida de los españoles es una de las más altas del mundo, pero sólo están libres de enfermedades unas tres décadas. La mitad de la existencia de un ciudadano medio se desarrolla en un estado de salud que no es óptimo. Ante esta situación, la genética podrá proporcionar información valiosa, por ejemplo, sobre las posibilidades que una persona tiene de ser obesa al nacer. Éste y otros temas como la necesidad de cambiar los hábitos de vida fueron algunos de los aspectos que se trataron ayer en el curso Avances en Nutrición e Hidratación, que concluye hoy en el Edificio de Ciencias de la Salud de la ULPGC y que está organizado por la Academia Española de Nutrición.

En un futuro una persona al nacer podrá saber el riesgo que tiene, por ejemplo, de ser obesa 40 años más tarde. Incluso, se podría llegar a prevenir su aparición con la educación adecuada y la personalización. "La mayoría de las patologías comunes son una combinación de lo que heredamos con lo que hacemos. Es un 50 por ciento genético y un 50 por ciento ambiental. No necesitamos modificar la genética, pero podemos modificar el medio ambiental para acallar esa predisposición genética", explicó ayer José María Ordovás, director del Laboratorio de Nutrición y Genética de la Universidad de Tufts de Boston.

"Lo que queremos hacer mediante este conocimiento que vamos generando es mantener esa salud óptima durante décadas en lugar de llegar a una edad en la que sólo se pueda ir en declive, todo ello una vez conozcamos mucho mejor las características genómicas", añadió el también catedrático de Nutrición.

Por su parte, Ángel Gil, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada, aclaró que "el 70 por ciento de la obesidad puede ser heredable, pero no se desarrolla si no hay un componente ambiental", por lo que también enfatiza en la importancia de los hábitos adquiridos. Además, el especialista también ve en la genética una herramienta relevante a la hora de llevar a cabo un tratamiento inicial, sobre todo, en casos como el de niños que entre seis y diez años desarrollan síndrome metabólico precoz.