Tras comprobar que la leche materna transporta una serie de probióticos (microorganismos vivos) que benefician al lactante y le previenen de futuras enfermedades comenzó una amplia investigación científica en este campo. Hoy en día está comprobada su efectividad en trastornos como la diarrea aguda infantil, tanto en la prevención como en su tratamiento, pero todavía queda mucho por investigar.

Así lo manifestó ayer Luis Peña, jefe de la Unidad de Gastroenterología del Hospital Insular en su ponencia dentro del curso Avances en Nutrición e Hidratación, celebrado esta semana en la Facultad de Ciencias de la Salud de la ULPGC. "Los probióticos son microorganismo vivos que administrados en cantidades adecuadas ejercen una acción benéfica sobre la salud. El término probiótico (provida) se contrapone al de antibiótico y se considera una nueva modalidad terapéutica en la medicina moderna", aclaró el también profesor de Pediatría de la ULPGC.

Los principales probióticos usados en humanos son los lactobacilos, las bifidobacterias y algunos hongos. Sus posibilidades terapéuticas son variadas desde la diarrea aguda, diarrea del viajero (asociada a la toma de antibióticos), enterocolitis necrotizante, inflamación intestinal, pancreatitis, alergias, infecciones respiratorias y urogenitales, fibrosis quística, cálculos renales y en la prevención de cáncer como el de mama. Pese a todas estas aplicaciones, Peña prefiere ser cauto y aboga por una serie de estudios previos y exhaustivos que verifiquen su idoneidad en otras patologías.

"Ha habido un gran boom en los últimos años en esta materia y se enfoca de tal manera que parece que lo va a curar todo, pero no es así. Se llevan a cabo muchas investigaciones sobre las bacterias probióticas que pueden tener efectos positivos en la salud humana, como, por ejemplo, en la diarrea aguda, pero hay que aclarar qué bacterias sirven y para qué patologías", recuerda el especialista. En este sentido, celebra que la UE "haya puesto los pies en el suelo" al decir que no puede ser una recomendación general en el caso de los alimentos probióticos hasta que esté "completamente" demostrado. El efecto más investigado de los probióticos en la infancia es en la prevención y tratamiento de la diarrea aguda. Los probióticos disminuyen la duración y la gravedad principalmente en las de origen viral y preferentemente por rotavirus, en cambio, sus efectos son más limitados en aquellas de origen bacteriano.