El hombre llegó henchido y con cara de satisfacción al mostrador de Cecilia. "¿Me has guardado los décimos para el sorteo del Niño?". Antonio Santana, conocido como el Virula en todo Telde, guardaba sonrisa pícara ante los corresponsales locales cuando el reloj enfilaba la una y por la administración número 4 de Telde seguía sin aparecer ni un solo agraciado. Todo hasta que se le preguntó si había tenido suerte y, como el que no le da la mayor importancia, reconocía que no sólo se había llevado 2.100 euros, -"con lo que pienso irme de viaje a La Rioja", advertía- sino que encima había vendido otros 59 décimos en el bar que con su mismo nombre regenta a la vera de la plaza de San Antonio, barrio en el que lidera la asociación de vecinos. "Ha tocado a gente honrada y trabajadora" sostenía tras recalcar dos hechos curiosos. "Le vendí un número a un pobre que no tuvo tiempo de disfrutarlo y al que enterramos hace más de un mes. Y hubo otro que también me compró y me lo fue pagando poco a poco".

El hombre no quería entrar en más lujo de detalles, quizás por el temor a ver su coqueto barrio, limítrofe con La Pardilla, plagado de periodistas ávidos de caras sonrientes, pero a lo que no hacía ascos era al gesto de invitar a los informadores a que acudiesen anoche a su bar "donde vendo unas garbanzadas y unos callos muy buenos y esta noche cerraremos un poco más tarde que de costumbre". El Virula también relataba entusiasmado que al propietario de un bar del entorno de la plaza de San Juan, en el casco, le había tocado otro pellizquito de 2.100 euros y que con este eran ya 14 los años que llevaba abonado al 58.269, que luego revende a 22 euros en su local.

Al final, volvió para casa con otro cargamento de décimos en el bolsillo. Esta vez, para el sorteo del Niño.