En la distancia corta, la gamba es un crustáceo de cara poco amable y patas amenazadoras con cuerpo flexible y largas antenas. En el plato, es una delicia con suave sabor a mar. Un placer con grandes ventajas nutritivas.

La primera es su ligereza: 100 g de gambas no llegan a las 100 kcal, siempre que no se acompañen de una generosa cantidad de salsa. Otra es la calidad de sus proteínas: el 21% del peso este delicioso marisco está compuesto por proteínas de alta calidad biológica, nada que envidiar al clásico filete. Ni su notable aporte de yodo, de zinc €antioxidante imprescindible para la inmunidad€, o de calcio.

En fin, una fuente de nutrientes con un soporte de lujo. La cabeza, apreciada por su sabor y aroma, puede contener metales pesados y la mayor parte de las grasas, entre ellas colesterol. Otro inconveniente de la gamba es su precio, si bien existen congeladas de muy buena calidad. A la plancha son divinas, pero admiten la fritura, la cocción a la sal, el salteado y el hervido. En fin, un bocado tentador y ligero...

- Una manera de tomar la gamba sin añadir calorías es a la plancha. Es importante no cocerlas demasiado, pues pierden rápidamente sabor y fineza.

- Si las gambas son de poca calidad, pueden tomarse en forma de ensalada. Hervidas o salteadas quedan perfectas mezcladas con lechuga cortada en juliana, rodajitas de naranja, palmitos y salsa mayonesa suave. Una especie de cóctel de gambas€

- Recordar que una ración de gambas son unos 100 g, pero peladas , es decir, unos 200-300 g de gambas enteras.