El magistrado del Tribunal Supremo Ignacio del Moral defendió y explicó ayer los requerimientos para acogerse a la objeción de conciencia y recordó que "un médico contrario a las prácticas abortivas no tiene por qué practicar un aborto si otro puede hacerlo".

Del Moral defendió la aplicación de "las conductas sustitutivas" cuando una persona en su quehacer profesional o en su vida personal se ve en la necesidad de objetar porque algo no le parece bien. En este sentido, en una conversación con este medio y dentro de las Jornadas sobre Derecho y Medicina que JurisVegueta ha celebrado en el Hotel Cristina, recalcó que "no hay por qué obligar a un médico a realizar un aborto cuando su conducta es sustituible por otros médicos que no tienen esos problemas".

Así, especificó que "en el 90% de los casos se puede respetar la objeción de conciencia sin lesionar los intereses de terceros" y advirtió que no se pueden "reglamentar absolutamente todos los casos".

Hasta tal punto queda limitada la legislación, que se dan "casos novedosos" como los que produce el multiculturalismo.

"Esto nos ha llevado a plantearnos objeciones de conciencia que hace unos años eran insospechadas en este país como el uso de determinadas vestimentas por parte de algunos credos religiosos o mujeres que no se someten a reconocimientos médicos salvo que una mujer sea quien les atiendas... Son casos que hay que ir examinando uno a uno", ejemplifica.

El fiscal de la Sala Segunda de lo Penal de Supremo, que ahora pasa a ocupar la plaza de magistrado en ese mismo órgano judicial, advirtió, sin embargo, "que la objeción de conciencia no puede ser ilimitada". Por esto explicó que "sólo puede admitirse en aquellos casos en los que no contraríe principios básicos del orden público, cuando no sea una objeción sincera porque no obedezca de verdad a convicciones profundas sobre las categorías de bien y de mal y cuando no permita conciliar los intereses de terceros".

Por otro lado, su compañero, el magistrado del Gabinete Técnico del Supremo, Ramón Castillo Badal, reflexionó sobre el uso que se le puede dar al documento de voluntades anticipadas. "Morir nos vamos a morir todos, pero nunca pensamos en ese momento, por una cuestión de pudor. No nos planteamos qué nos gustaría que nos sucediera en ese momento". Este documento permite al futuro paciente dar instrucciones para cuando sea ingresado.