Se cumplen 9 meses de la desaparición de Ruth y José. Durante todo este tiempo la maquinaria judicial y policial no ha conseguido desenmascarar la verdad, esa que se busca insistentemente en la finca de Las Quemadillas.

El pasado viernes concluía el último registro. La familia materna se abrazaba al esfuerzo que han hecho los arqueólogos altruistamente para oír lo de siempre. No se ha encontrado nada.

Los primos de Ruth se han topado ya demasiadas veces con un muro excesivamente alto, el de no saber.

La familia Bretón lleva meses bregando con sus propios muros, el acoso mediático, los improperios de conocidos y extraños. Pero la muralla más evidente es la que han levantado ambas familias, hasta los separa una orden de alejamiento. Y cuánto más alta es la barrera, más lejos vuela esa paz. La de donde o simplemente cómo están.