La tecnología de los microsistemas se ha incorporado a muchos sectores industriales que a su vez se están convirtiendo en campos cada vez más multidisciplinarios, tales como las telecomunicaciones, el espacio, el turismo o la biotecnología y la atención médica. En este último se enmarca uno de los proyectos de alta tecnología que desarrolla el Instituto Universitario de Microelectrónica Aplicada: la creación de nanosensores sin batería para aplicaciones biomédicas.

En colaboración con el Michigan Tech, de la Universidad Tecnológica de Michigan (EE UU) y el Centro de Estudios e Investigaciones Técnicas de Guipúzcoa (Universidad de Navarra), el IUSA trabaja en la integración de dispositivos sensores invasivos para la medida de la presión sanguínea que serán incorporados en las cabezas de catéteres para diagnóstico cardíaco o arterial.

"Las dimensiones tan reducidas de los sistemas nano-eléctrico-mecánicos (NEMS) desarrollados y el ultra bajo consumo de potencia que requieren hacen que se puedan alimentar con energía ambiental. En la actualidad, se ha diseñado y fabricado una etiqueta RFID prototipo que permite transmitir de forma inalámbrica la presión sanguínea y la temperatura a un lector de etiquetas situado en un radio de dos metros del paciente", indicó el catedrático y director del IUMA Antonio Núñez.

Energía

La etiqueta que contiene el sensor dentro del cuerpo obtiene la energía del ambiente, a través de la propia señal de radiofrecuencia que utiliza el lector de RFID para comunicarse. "La mayor dificultad en el desarrollo de este tipo de tecnologías estriba en conseguir sistemas analógico-digitales y sensores con consumos muy reducidos, del orden de los nanovatios (mil millones menor de un vatio), integrados en una única tecnología, y de dimensiones muy reducidas (menos de 1 mm de lado)".

En el campo de la compresión de imágenes para aplicaciones espaciales, el IUMA colabora desde el año pasado con la Agencia Espacial Europea (ESA), la empresa Thales Alenia Espacio y el Politécnico de Turín, en Italia, en el desarrollo de sistemas integrados para ser incorporados en futuros satélites de observación de la Tierra. "La aplicación inmediata de estos chips es poder comprimir, en los satélites, las imágenes de la Tierra captadas por cámaras especiales, y enviarlas a una estación terrena, de forma que la transmisión pueda resultar más rápida y se evite tener que realizar varias órbitas para enviar la misma imagen en varias fases. Las imágenes con las que se está trabajando se denominan hiperespectrales, y disponen de mucha más información que una imagen tradicional, permitiendo identificar desde el espacio distintos tipos de materiales y substancias existentes en la Tierra. Una de las dificultades es que los chips que se envían al espacio se ven afectados por radiaciones cósmicas que pueden producir mal funcionamiento, lo que hace necesario trabajar con tecnologías avanzadas".

Otra iniciativa en materia de Telecomunicaciones es un proyecto de "realidad aumentada" para aplicaciones en los smartphones de los turistas; o un estudio para gestión hotelera que, con el uso de técnicas de análisis de sentimientos de los turistas y de minería de datos en la web semántica, permite acceder a información de interés para hoteles y operadores turísticos en la toma de decisiones a través del análisis de los comentarios y blogs que los usuarios van dejando en la web.

El servicio creado por el IUMA está en fase de transferencia a una empresa, y permite medir la opinión de los usuarios asociando los comentarios a las categorías correspondientes (limpieza, comida, accesos, transportes y ocio). Además se generan informes periódicos y recomendaciones de actuación sobre los hoteles y los competidores.

En Seguridad, el IUMA ha desarrollado para la empresa Inelcan, un nuevo tipo de tarjeta bancaria que pretende ser un referente mundial. Además de incorporar las mejoras de seguridad del DNI electrónico, permite realizar el proceso de comprobación de los datos de la transacción y la firma de estos sobre la propia tarjeta. Para ello se usa la tecnología de tinta electrónica utilizada en los libros electrónicos, integrando así en la tarjeta una pantalla gráfica de 132x112 píxeles. El grosor de los primeros prototipos es de 1,6 mm, el doble que una tarjeta de crédito estándar, pero ya trabajan en una versión ultradelgada del mismo grosor que la tarjeta actual.