Gran Canaria Espacio Digital, que acoge el VII Encuentro de Fotografía Digital, en el que se analiza el origen de la fotografía en la sociedad canaria a través de dos exposiciones, será hasta el 25 de octubre lo más cercano a una "máquina del tiempo", que traslada al visitante hasta lugares destacados de la geografía urbana y rural de la Isla mediante la imagen, ferrotipos, daguerrotipos y reproducciones de copias positivas recopiladas desde el siglo XIX.

Si bien en la muestra titulada Memorias de plata de Gran Canaria de la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac) se exponen retratos de personajes relevantes de la sociedad grancanaria de cada época, es su vertiente paisajística la que cobra un interés general, por cuanto los visitantes pueden visualizar los procesos de urbanización y la evolución cronológica que modelaron sus entornos más cercanos, sus vecindades y sus zonas rurales, hasta lo que se puede ver en la actualidad urbana.

Es de este modo como una comparación contemporizada de las imágenes antiguas con las nuevas refleja de inmediato una suerte de juego de las diferencias, cambios que evidencian las fotografías y otros que se sitúan detrás de las cámara que las captaron, inadvertidos a simple vista. Entre estas evoluciones se cuentan las modas en el vestir de los transeúntes retratados, el surgir de carreteras de cemento en detrimento de los pavimentos adoquinados, la aparición de los medios modernos de locomoción, la proliferación de complejos urbanísticos e incluso nuevos barrios, centros comerciales, el crecimiento de las zonas portuarias o, en algunos casos, la desaparición de edificios cuyo uso se despreció desde la cotidianidad de la ciudad.

Los entornos rurales, por su parte, asisten a la invasión del cemento donde antes había sembrados o campo abierto, y se puede descubrir cómo las montañas se pueblan de casas para dar cauce al crecimiento de la población, vías para que los automóviles cumplan su objetivo vehicular y antenas, soportes de la sociedad de la comunicación globalizada en la que vivimos.

Además está la vertiente tecnológica, probablemente el aspecto en el que se puede apreciar el cambio de un modo más drástico. Aquellos aparatos de captura de imagen triplicaban en tamaño a los dispositivos compactos multimedia de que se dispone actualmente y, más pesados, requerían siempre de un trípode como apoyo. Las primitivas cámaras eran cajas estancas a la luz y no disponían de obturador, sino que la lente estaba cubierta por una lupa que se extraía durante, a veces, hasta un minuto, para exponer la placa. No sólo las cámaras de fotos, sino que también el material fotográfico ha sido mejorado con el tiempo a base de aumentar su sensibilidad.

Estos claroscuros producidos por el progreso son bien conocidos por todos, pero el conocimiento y la percepción de una cosa marca la diferencia entre aprender algo, y sentirlo, entre imaginar y ver, tocar, oler, oír y saborear; porque los sentidos son la clave para que este viaje en el tiempo cobre todo su significado y merezca la pena su atención ensimismada.

De entre las 50 piezas fotográficas contenidas en Memorias de plata de Gran Canaria, en estas páginas se muestran seis copias de aquellos daguerrotipos, emparejados con fotografías digitales tomadas en los mismos lugares y con pareja perspectiva. Cuatro imágenes retratan rincones de la capital y las dos restantes fueron sacadas en Teror y Arucas.

En la parte superior izquierda de esta página aparecen dos imágenes comparadas de las vistas de que disponen los vecinos de Cuatro Cañones. La foto antigua es de 1900, obra de Charles Medrington, "un británico que tenía su estudio en el lateral del hotel Santa Catalina, especializado en fotografiar a los turistas que se alojaban allí", como explica Gabriel Betancor, doctor en Historia Moderna y Contemporánea y técnico de los fondos audiovisuales del Cabildo, además de ser uno de los responsables de la exposición. Betancor explica que Medrington "enviaba las fotos a Liverpool y Southampton, donde se las compraban". Este fotógrafo, además de captar imágenes, "se dedicaba a vender material fotográfico que traía de Inglaterra a otros fotógrafos, caso de placas negativas y otras piezas", recuerda el historiador. Esta instantánea ofrece vistas de un muelle Santa Catalina primitivo, y en ella también "se descubren detalles como la vía del tren y la casa que construyó la familia de los Pérez Galdós donde ahora se encuentra la base militar", detalla Betancor. Destacan también los extensos arenales donde ahora está parte del núcleo urbano.

Las dos instantáneas que siguen, la antigua en esta página y la actual en la siguiente, se corresponden con una toma desde la parte superior del Risco de San Nicolás. Su autor es Carl Norman, un fotógrafo noruego educado en la disciplina en Alemania, que "recorrió como freelance los territorios atlánticos donde residían las principales inversiones de capital británico, como Gran Canaria, Tenerife y Funchal, en Cabo Verde". Fue muy activo su trabajo en estos territorios, y su nombre se repite con frecuencia en las etiquetas de las fotos del archivo de la Fedac; de hecho, a su paso por la Isla trabajaba para una empresa británica llamada Elder Tempsper. En este daguerrotipo de 1893 se divisa la Catedral, "que aún no tiene el templete entre las dos torres construido durante el cambio de siglo, y una serie de fincas que ocupan la parte alta de Triana y la actual Primero de Mayo", pormenoriza Gabriel. Fue sacada con un artefacto fotomecánico y coloreada con fotocromo.

En lo que se refiere a las dos piezas siguientes de la parte superior derecha, la situada a la izquierda también es obra de Carl Norman, en 1893. En el anverso de la antigua se lee, traducido del inglés, "La Isleta desde el campo de golf Luisk", lo que "tal vez haga referencia a una instalación deportiva de los ingleses donde actualmente está la iglesia coreana". Gabriel Betancor subraya que "una copia de la foto fue comprada por Emilio Ley, una figura destacada del momento". Se trata del paisaje en el que se insertan lugares como el Metropole, la iglesia británica o el Castillo de Santa Catalina. Betancor subraya así mismo que "los siete barcos atracados que se ven son un síntoma de la gran actividad del puerto, algo que ayudaba a vender en el extranjero la imagen de Las Palmas como lugar propicio para el comercio y excelente para instalarse". En cuanto a las características técnicas, estamos ante "un positivo de albúmina coloreado, primero manualmente y después mecánicamente, una técnica que dará origen a la foto postal", rememora el especialista Betancor.

Centrando la atención ya en las imágenes impresas en la parte media de estas páginas, las dos enfrentadas en la hoja anterior son una descripción gráfica de la emblemática Calle Mayor de Teror, con la basílica de Nuestra Señora del Pino en último término. La pieza más alejada, nuevamente del avezado fotógrafo noruego, es de 1893, obtenida a las nueve y cuarto de la mañana. Norman realizó aquí "una copia en albúmina de fototipia", que además "contribuyó a la génesis de una iconografía gráfica de Gran Canaria", caso de tomas de la basílica del Pino, como esta. No en vano, la foto sigue la estela iniciada en 1864, primera vez que se tomó una fotografía parecida del enclave religioso. "Destaca la novelería de la foto, porque el fotógrafo tuvo que llamar la atención montando el trípode y su gran cámara", describe Betancor. Son llamativos los detalles de las dos niñas en compañía de sus padres, una "con una muñeca de palo casi más grande que ella y la otra con una cesta sobre la cabeza" , sin obviar el canal de desagüe en el centro de la calle.

Las imágenes sobre estas líneas se corresponden, unas, las de arriba, con una toma panorámica de Arucas, obra de Carl Norman. El hecho de que el escandinavo se desplazase hasta el municipio aruquense se debe al empeño por retratar en 1893 "uno de los centros principales de la agricultura de exportación basada por aquel entonces en el plátano y la caña de azúcar". Como rememora Betancor, "hubo un intento por trasladar el modelo de actividad cubano, que incluía el cultivo de tabaco y fracasó", si bien la caña de azúcar se asentó como materia prima hasta florecer como base de la potente industria del ron que actualmente es baluarte económico del municipio, de la Isla y del Archipiélago. Las tuneras en primer término son el postrer testimonio del malogrado cultivo de la cochinilla, recurso mermado tras "el paso del cólera en 1851, cuando murieron unas 7.000 personas", y posterior a la promulgación de la Ley de Puertos Francos de 1852.

Las dos últimas fotos sitúan al lector junto al Mercado de Vegueta, donde en la imagen de la izquierda, obra del fotógrafo canario de producción pequeña Francisco Rodríguez Ortega en 1903, se puede ver, al fondo, la extinta pescadería, y a la izquierda los puestos de los mercaderes, sustituidos por la carretera del Centro sobre el barranco Guiniguada. Es "un negativo sobre vidrio mediante colodrón, forma principal de obtener negativos en el siglo XIX".