El historiador y catedrático emérito de la Universidad de Oxford, John Elliott, aseguró ayer que "Canarias, junto con Madeira y Azores, formaron el epicentro del contrabando internacional de esclavos, azúcar y plata" en el siglo XVII.

El historiador hizo estas declaraciones en la sesión de apertura del XX Coloquio de Historia Canario Americana que, desde ayer y hasta el próximo día 19, se celebrará en la Casa de Colón, y que presidió el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, junto al consejero de Cultura, y Patrimonio Histórico y Cultural, Larry Álvarez, y la directora del centro, Elena Acosta.

"Tras la unión de España y Portugal en 1580, en ningún lugar las fronteras imperiales fueron tan borrosas como en las Islas del Atlántico, donde los contactos entre Canarias, Azores y Madeira se hacían más continuos que en otros lugares", señaló Elliott. Esta época, que duró 60 años, tuvo mayor convergencia, según el historiador, entre España y Portugal en el aspecto económico antes que en el político, y mientras España se centraba en los aspectos de la defensa, Portugal lo hizo en los negocios. "Muchos portugueses aprovecharon la unión de las colonias para cruzar el Atlántico", y así los conversos viajaban continuamente a Canarias, los mercaderes se establecían en los territorios españoles, y Canarias, Azores y Madeira "formaron parte de un sistema integrado de monopolio del contrabando".

Elliott recordó que al principio de la época colonial, hubo un valor limitado en lo que Brasil suponía para Portugal comparado con lo que suponía las Indias para España, que se muestra en muchísimos aspectos, como las actitudes hacia las poblaciones indígenas, con la inexistencia de una legislación protectora para los indios brasileños, en contraste con el marcado corpus en los españoles, o en la complicada marca burocrática española y la casi inexistente lusa.

"Cualquier comparación de estos imperios destaca en que, además de que ambas potencias europeas fueron pioneras y rivales, tuvieron configuraciones geográficas diferentes". Así, Brasil no tuvo un efecto para el equilibrio portugués que estaba enfocado hacia Asia, "pero Tordesillas muestra un vasto territorio del palo de Brasil, una valiosa materia prima que estaba en manos privadas, y que ante las amenazas de los franceses, empezaron a ejercer un control real sobre ellas". Otro aspecto importante fue la lentitud con la que se estableció la colonia portuguesa. "A los 17 años España ya tenía a Hernán Cortés, mientras que Portugal tuvo que esperar medio siglo para su primer gobernador real" .

Esta diferencia se puede comprobar también en que el Atlántico brasileño es más abierto al español, más fiscalizado por la Casa de Contratación o por el hecho de que en 1560 unos 21.000 portugueses viajaron a Brasil, en contraste con los 250.000 españoles que fueron a Indias. "Luego comenzó a crecer la población al consolidarse la industria azucarera." Otro aspecto importante fue que los monarcas lusos tardaron en ejercer una jerarquía eclesiástica competente y sólo con la llegada de los jesuitas se habló de misioneros. "Sin embargo, en Brasil no hubo debate sobre la defensa de los indios como en España, que integra a los indígenas en la España colonial".

Elliott también se refirió a cómo la independencia de las colonias fue diferente para ambos países, siendo más violenta para España, donde Fernando VII huye ante la invasión napoleónica, mientras que el rey portugués se establece en Río de Janeiro.