Antonio González Viéitez reclamó ayer a la Iglesia "una vuelta al sistema de mesa compartida que hubo durante la Transición". El profesor de Economía Mundial de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria hizo estas declaraciones en la primera ponencia de las X Jornadas de Teología, La puerta de la fe, que hasta el jueves se celebrarán en el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias (Istic), en el campus universitario de Tafira.

Viéitez, que intervino con la conferencia La fe cristiana en el mundo actual desde los ámbitos de la no creencia, señaló que la Iglesia en los años 70 se integró en la idea de cambio que había en este país y "acogió a budistas, católicos, musulmanes, etc., que posteriormente aportarían lo mejor de sí mismos".

Viéitez recordó que "hace 75 años ocurrió una terrible tragedia en este país", tras la cual la jerarquía eclesiástica salió absolutamente estigmatizada ya que definió como cruzada una rebelión militar, y que por aquello "los españoles confundían cristianismo y fascismo". Sin embargo, dos décadas después, la Iglesia tuvo un papel más importante en el desarrollo comunitario y demostró la tremenda capacidad y potencialidad "cuando las cosas se hacen en el sentir de los tiempos".

Sin embargo, según Viéitez, con los años, la Iglesia ha abandonado esa especial templanza y eso se refleja cuando el 73 % de la población es procatólica, pero sólo el 18 % practicante, lo que demuestra que la mayoría de la población tiene fidelidad al lenguaje evangélico, pero rechaza a la Iglesia, "que tiene una imagen malencarada ante la población por ser contraria a la muerte digna, la igualdad de la mujer en la iglesia, las células madre o el matrimonio homosexual". Viéitez también recordó que la única institución de la Iglesia que aprueba ante los ciudadanos es Cáritas, y por eso "la Conferencia Episcopal Española ha de reaccionar con una evangelización más competitiva".

El profesor de la ULPGC recordó que la intransigencia no se da solo en los niveles más bajos de la sociedad, sino también en los más desarrollados. "La Iglesia católica es en principio incluyente", señaló, "pero la idea que ofrece a partir del pecado original es tremendamente dura", ya que señala que el origen del hombre está maldito y Jesús viene a la Tierra y muere en la cruz para redimirnos. "Esto es excluyente para los paganos y los infieles", añadió, y recordó que, para muchos pensadores, esta idea ha sido un instrumento para el control social y la consolidación de un poder terrenal totalitario de cuyos ejemplos está llena la Historia. Viéitez terminó recordando que la fe no es para una iglesia de cartón piedra, sino para que mire y asuma el compromiso liberador que tiene en la Tierra. "No es de recibo que la Iglesia pida un espíritu de sacrificio con los recortes y diga que el sufrimiento actual es consecuencia de los pecados precedentes, de vivir por encima de nuestras posibilidades", aclaró.