Inmaculada González y José Alberto Hernández fueron unos de los primeros padres que pasaron por la Unidad de Cirugía Cardíaca del Hospital Materno Infantil hace ya una década. Unos meses después de que se pusiera en funcionamiento, los cirujanos tuvieron que intervenir a su bebé que padecía una cardiopatía congénita. Tras varias operaciones, el pequeño no sobrevivió. Pese a ello, la pareja defiende la labor del personal de esta unidad y ve con indignación su cierre, previsto para enero.

"En aquel momento se abría una puerta a la esperanza. Lo importante entonces era que ya se operaba aquí. La oportunidad de poder operar a nuestro hijo aquí fue muy importante para nosotros", recuerda José Alberto Hernández, que asegura que si se hubiese tenido que marchar a la Península hubiera perdido su trabajo.

El niño nació en marzo de 2002 y durante los cuatro meses siguientes se sometió a diversas operaciones. En total, fueron cuatro intervenciones, dos del corazón y dos del diafragma. Luchó por vivir hasta que su corazón no lo pudo soportar.

"Cuando nos enteramos de que la Consejería de Sanidad había decidido cerrar la unidad revivimos muchas situaciones. Por eso queremos denunciar con nuestro dolor que esto es una canallada. No se puede jugar con el dolor del otro desde un despacho. Desde un despacho no se conoce el dolor de un padre", añade José Alberto.

Su mujer, Inmaculada González, se emociona a pesar de que han pasado muchos años. "El nivel de compromiso y de personalidad del personal era muy elevado. Se desvivían por las madres. Sabían lo mal que lo pasábamos en esta situación y nos ayudaban en todo lo que podían", rememora.

Cuando estaba embarazada de siete meses, el médico le dijo a Inmaculada que su bebé nacería con una cardiopatía congénita. Al mes siguiente dio a luz. "No podría haberme ido fuera cuatro meses porque tenía a otro hijo de dos años. Tenía que haber dejado mi trabajo y a mi otro hijo atrás. Nadie en aquel entonces podría habernos acompañado a la Península. Afortunadamente estábamos aquí con el apoyo de nuestra familia, de nuestros amigos y de nuestro médico. Si no, no lo hubiéramos superado", reconoce.

A partir de enero del próximo año los niños serán trasladados a los centros de referencia de la Península. Una medida que también afecta a las embarazadas con este diagnóstico, a las que se les aconseja que se vayan fuera a dar a luz para que intervengan a sus bebés. La Consejería de Sanidad paga los traslados y las dietas, pero los afectados aseguran que el dinero no da para nada y que irse fuera en una situación tan delicada es extremadamente duro.

Inmaculada González y José Alberto Hernández decidieron llamar a su pequeño Althay Doramas, nombre guanche que significa "guerrero valiente", porque sabían que el niño nada más nacer debería enfrentarse a una gran lucha para salir adelante. Ellos lo soportaron porque estaban acompañados. Solos no saben cómo lo hubieran llevado.