En los últimos años se ha detectado en los servicios de Urgencias un aumento de la demanda de menores por problemas de comportamiento, "niños que no presentan enfermedades mentales graves, sino que son traídos a urgencias por conductas rebeldes e inadaptadas".

Este es uno de los principales cambios que está experimentando la enfermedad mental en la posmodernidad, eje central de las XIV Jornadas de actualización en Psiquiatría y Salud Mental que se celebrarán los próximos días 22 y 23 en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, y que ayer fueron presentadas por Enrique Hernández Reina, jefe del Servicio de Psiquiatría del Insular; Dulcinea Vega, presidenta del Comité Científico de las jornadas; y Alicia Rodríguez, jefa de sección de Psiquiatría y presidenta del Comité Organizador.

Los especialistas afirmaron que el aumento de las consultas por trastornos de la conducta en menores, es uno de los grandes cambios que se están experimentando. "La posmodernidad, con su falta de límites ha afectado especialmente a la infancia, donde antes no se diagnosticaban trastornos mentales y ahora la prevalencia de algunos trastornos es elevadísima. ¿Estamos en una epidemia?, ¿la inquietud infantil se llama ahora hiperactividad?, ¿la malcriadez es ahora un trastorno de conducta oposicionista y desafiante?".

Las jornadas Posmodernidad y Salud Mental abordarán estas preguntas y otros problemas que están experimentando una creciente demanda en las consultas de Urgencias psiquiátricas, como es el caso de problemas que tienen que ver con el acceso a las nuevas tecnologías y un mal uso de ellas. "Estas relaciones interpersonales, superficiales que se establecen a través de las redes sociales llevan a mucha frustración y a muchas insatisfacciones", apuntó la doctora Rodríguez.

También han detectado un crecimiento en el caso de "intentos de suicidio donde debajo realmente no hay un cuadro depresivo o una enfermedad mental sino una contrariedad en la vida que no se sabe resolver de otra manera".

La baja tolerancia a la frustración es una de las claves que definen, a juicio del doctor Hernández Reina, el cambio que está experimentando la atención en Salud Mental en plena recesión económica, y que ha disparado el consumo de fármacos, fundamentalmente ansiolíticos y antidepresivos en la población.

"Están en crisis los cimientos del estado protector del bienestar, y aparecen, si no nuevas patologías, sí nuevas formas de presentación, nuevos sufrimientos. Vivimos en la época en la que reina el estrés, la sensación de vacío, la soledad, y aparecen nuevos sufrimientos que se psicologizan. Estamos en una sociedad en que no se tolera el sufrimiento ni el malestar, y queremos soluciones rápidas a todo".

El psiquiatra aseguró que las nuevas demandas de salud están más relacionadas con el malestar propio de la vida cotidiana, que con la propia salud. "Las personas que ahora están siendo víctimas de esta crisis, muchas veces vienen a Urgencia con demandas más sociales que médicas. Se medicalizan los pequeños malestares de la vida cotidiana y donde todo es enfermedad, en realidad no hay responsabilidad del sujeto. Queremos píldoras de la felicidad, que lo solucionen todo ya, y para cada nuevo malestar y nuevo síntoma surge un nuevo tratamiento, una nueva pastilla".

El jefe de Psiquiatría del Insular añadió al respecto que se está asistiendo a un abordaje de la tristeza desde la medicalización, al igual que de las pequeñas reacciones depresivas en base a sucesos de la vida cotidiana. "Por ejemplo, en el duelo la gente se pone a repartirse antidepresivos, ansiolíticos y pastillas para dormir, porque la consigna es no sufrir, que no se entere, y así se niega el duelo y el malestar se convierte en una enfermedad. Se intenta dar una respuesta médica a los malestares sociales e individuales".

La búsqueda de "la pastilla de la felicidad" y el papel de la industria farmacéutica en la medicalización de la tristeza será otro de los temas centrales de las jornadas. "Hay intereses económicos que fomentan una prescripción farmacológica cuando estudios recientes dicen, por ejemplo, que los antidepresivos en depresiones leves no son más eficaces que el abordaje psicoterapéutico. Aquí hay un cruce de intereses que abordamos para ver hasta qué punto estamos construyendo una red de salud mental o un sistema de prescripciones basado en los intereses de un sector económico muy potente", indicó Hernández Reina.